domingo, 25 de septiembre de 2011

Gusanos silenciosos



De todos los daños que puede causarte alguien cercano el peor es la mentira. Un día se te mueren y te encuentras con el cadáver de alguien que no conoces aunque pertenezca a un muerto conocido. Y ya no hay nada que hacer. Durante años has hablado de esto y lo otro, y resulta que le importaban asuntos de los que no tenías ni idea, personas que ni sabías que existieran, diversiones que ni sospechabas. Te han hecho creer que sus obsesiones eran unas, y eso solo eran los cortinones que ocultaban otros sentimientos. Y todo por no hablar, por no decir, por creer que algo está mal y seguir con ello y ser tan cobarde de no defender que cada cual puede hacer de su capa un sayo y de su vida un rato menos doloroso.
Se miente, se calla y se oculta por vergüenza o por miedo; por cobardía, siempre. Hipócritas que creen que lo que hacen está mal y en vez de no hacerlo, se esconden. Humillan a quien los acompaña en los dos lados de su existencia, porque todos parecen ser indignos de saber la verdad de la otra cara de su vida. Mentiras. Y si había una, ¿por qué no cien? Se van, con ellas; y ya no hay preguntas posibles. Esas que hubieras hecho. Todas las que no te hicieron. Ya está. Ahí te quedas y arréglatelas como puedas con las mentiras.