martes, 21 de diciembre de 2010

Luna de Niamey


 Viajar con un buen libro de viajes, o con un buen libro que narre con maestría un viaje es, además de un placer, una buena guía. No importa que hable de otro lugar porque lo que guía es la manera de aplicar la mirada, la disciplina y la agudeza del oído, la voluntad de desperezarse y el empeño en escudriñar rincones. Por eso cuando leí en el magnífico dietario Sin tiempo que perder, de Miguel Sánchez-Ostiz, que «El viajero debe reflexionar de forma profunda sobre el viaje» me acomodé bajo la Luna de Niamey. No es mal sitio para pensar sobre el viaje, al menos para turistas provistos de repelente de mosquitos y tratamiento antipalúdico. Otra cosa son los nigerinos, expuesto a la malaria sin remedio y sin apenas remedios.

«Para traerse un trofeo», «para huir de un tedio demoledor, para no ser nadie», «para contarlo»; de entre los motivos que cita Sánchez-Ostiz, quizá esos son los que me resultan más cercanos. Me gusta contar los viajes, por escrito más que hablando; quiero decir contar lo que he visto, no lo que me haya pasado. Las aventuras personales del viaje (que suelen parecernos monumentales), acostumbran a tener más que ver con las miserias de uno mismo que con el lugar donde se está. Contar el viaje es reflexionar sobre él; intentar entender lo que los sentidos captaron, o intuyeron; tratar de explicar los datos y los hechos; interpretar rostros y vestidos; analizar comidas y costumbres; quizá repetir el viaje en la quietud del espacio cotidiano. La narración honrada se da por supuesta. Otra cosa es contarlo bien.
Pasando las hojas de Sin tiempo que perder, a ratos me interesaba más Bucarest que Niamey, a pesar de que nunca me ha atraído la capital rumana. Es la seducción de las cosas bien contadas. Me quedé colgada en una idea: «Es difícil viajar sin prejuicios [...] identificar lo que vemos, sin compararlo con los escenarios de nuestra vida cotidiana, para darnos cuenta de que no somos ni el centro ni la medida de nada. Las comparaciones son un vicio de sedentarios». Cuando tienes entre las manos un magnífico libro, cierras la libreta, usas el lápiz para recogerte el moño y contemplas la Luna, adormecida en la oscuridad radiante y cálida de Niamey, nada que ver con la Luna fría que estarían mirando a 41º 23' N . Y ya he vuelto a hacerlo, sin darme cuenta, sin poder evitarlo, se me ha olvidado que no soy el centro ni la medida de nada.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Lecciones africanas


Uno de los wikilieaks del día es que el presidente de Sudán escondió en bancos británicos 6.800 millones de euros. Parece ser que en muchos países africanos hay corrupción.  ¡Vaya! por fin hemos dado con uno de los mayores impedimentos para que los africanos vivan con dignidad y sin hambre. El otro es la codicia y la falta de escrúpulos del llamado primer mundo, o sea, nosotros. Para que el presidente de Sudán tenga esa pasta en bancos británicos necesita colaboradores, como los bancos que no le hacen ascos a su dinero. Entre ellos está el Lloyds, cuyo rescate han pagado los ciudadanos a escote. Igual el tiparraco este pone algo para agradecer los servicios prestados por Europa, porque esa pasta no se la hace un africano si no cuenta, no solo con la aquiescencia, sino con la participación activa de empresas y gobiernos europeos. Luego nos reímos de ellos y decimos que están en párvulos de democracia, porque al día siguiente de laselecciones, hay golpe de Estado y vuelve al poder el presidente que había. Con el consiguiente lío, fíjate, otra vez a localizar la capital de Costa de Marfil.

Nunca se sabe si los buenos eran los depuestos o los golpistas. En Níger hubo un golpe de Estado en febrero de este año. Que si el anterior quería perpetuarse en el poder, que si había cambiado las estructuras políticas contra la Constitución...  como si a los nigerinos les importara la Constitución (alrededor del 80% de analfabetismo, puesto 161 en el Índice de Desarrollo Humano). Dicen por Niamey que el presidente depuesto era nacionalista, que quería recortar los privilegios de Francia en la explotación del uranio y darle más bola a China (cuando nos demos cuenta, toda África será China). También dicen que el golpista, en realidad, tiene la muy buena intención de modernizar el país e ir modificando costumbres y comportamientos tradicionales que tanto lastran su desarrollo. Con lo que sabemos (con lo que sé) de Níger es imposible hacerse una opinión.
Hay algún indicio en Niamey de que la corrupción también allí es un problema, y extendido.  Si no fuera así, no se le habría ocurrido a alguien poner unos carteles gigantes y muy didácticos; ya hace tiempo, habida cuenta de su estado actual. No sé cuántas personas, de las que sabían leerlo, prestaron suficiente atención al cartel de marras para partirse la caja al llegar a la última consecuencia anunciada: «Retirada de los inversores extranjeros»; esos que nada tienen que ver con la corrupción. No me consta que en las ciudades españolas vayan a poner unos carteles como este, a pesar de que aquí contamos con la ventaja de saber leer. 

martes, 14 de diciembre de 2010

Lavanderías nigerinas


En Niamey el polvo se te mete debajo de las uñas y la mugre se pega a los talones. Sin embargo, la gente va insospechada y misteriosamente limpia. Quizá el secreto esté en la sofisticada tecnología de las lavanderías. Nadie se plantea otra manera de lavar que no consista en sentarse en el suelo y pasar horas frotando. Tampoco parece que a nadie le parezca buena idea poner una cuerdas y colgar la ropa (no obstante, en la residencia de la Misión Católica sí tienen un par de cables y algunas pinzas).
También les parece muy raro a los nigerinos la idea de poner un palo al instrumento que se usa para barrer (una escoba como las que antiguamente se fabricaban con brezos). Mohammed, que barre el patio, no ve cual es el problema de andar toda la mañana con el lomo doblado para retirar un polvo que volverá a entrar por una punta del patio antes de que él llegue a la otra. Tampoco le parece una tarea inútil: C'est comme ça; toujours c'est comme ça.

No me he atrevido a preguntar si alguien tiene lavadora ni qué hacen en la estación de lluvias.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Vidas insospechadas


La vida en Níger no es fácil, punto, casi final.

Hay condiciones que la hacen todavía más ardua. Ser mujer no da oportunidades; ser deportista no es una marca de prestigio; ser minusválido hace que todo sea muy duro. Si una mujer ha tenido polio o ha sufrido un accidente ha quedado paralítica, esos hierros pueden ser la única salida al abandono y a la tristeza. Y unos campeonatos de atletismo quizá son el único acontecimiento que concede a estas mujeres sonrisa, abrazos, y felicitaciones. Hay días que el mundo parece decente.

martes, 7 de diciembre de 2010

El gran salto


Llevo días con esa imagen en la cabeza, no es constante, pero se me aparece de vez en cuando, en situaciones y en lugares insospechados, sin avisar, sin que nada la anuncie. Cuando creo que ya no volverá, asoma de nuevo y me rasga los párpados. No se me borra la imagen de un Mario Monicelli decrépito, con la fragilidad que desprenden los ancianos. No consigo dejar de imaginarlo con esos camisones humillantes de los hospitales, buscando a tientas la ventana adecuada y una silla a la que poder encaramarse para alcanzar a su objetivo. No puedo cesar de pensar en un viejo extenuado por un cáncer terminal y agotado por la lucidez que no te muestra más horizonte que la desesperanza. No se me agota la pena de sospechar la desazón de sentirse abandonado en el último momento y ya para siempre. No me abandona la rabia de intuir la angustia de decidir que para sortear el dolor buscarás dolor y que no habrá sosiego y calor en el  último segundo. Quiero pensar que se imaginó una escena cómica en la que un anciano casi ciego tropieza, consigue a duras penas subirse a la silla y con la última fuerza darse el impulso suficiente para saltar por la ventana.



Con la rabia de pensar que la dignidad de Monicelli y su combativa integridad no hayan merecido algo más de compasión, me encuentro con el reportaje que le dedican a un ciudadano llamado Carlos Santos, quizá menos combativo, pero no  menos íntegro. Sí, sí que hay formas más dignas de morir. 

domingo, 28 de noviembre de 2010

Atunes y elecciones, o el que venga detrás que arree


Día de elecciones y yo sin decidir. Ni dejar de escuchar el parloteo de los candidatos ni no mirar las chorradas en forma de vídeo me ha ayudado a serenarme y saber qué tengo que hacer. Me siento insultada por las campañas electorales, y no solo por esta, que ha sido como si nos llamaran lelos un minuto sí y al siguiente también. Me irrita que piensen que mis decisiones depende de cuatro voces mal dadas en la tele, de unos carteles con sonrisas impostadas y de unas frases tópicas y mal dichas. O creen que soy idiota o son ellos los idiotas; ninguna de las dos opciones me lleva a querer que me representen.

Y en esas andaba cuando me encuentro con una noticia sobre la pesca del atún rojo.  En resumen: a)  todo el mundo sabe que quedan pocos y cada vez menos; b) hay gente que saca pasta (mucha) de todo esto y dice que a ellos no les toquen un céntimo; y c) los políticos a quien corresponde tomar decisiones pasan de a) y aplican b). Los que gritan a), a partir de los datos que proporcionan los científicos, son los ecologistas; a mí me parece que deberían ser los economistas (esos adivinos a toro pasado incapaces de prever problemas y proponer soluciones pero expertos en analizar hechos consumados y prescribir remedios que no han funcionado jamás) porque de lo que va esta noticia es de gestión de recursos, o sea, de riqueza o pobreza.

Oí decir a un pescador que no entendía que cuantos más peces se necesitaban, porque eran más pescadores, menos daba el mar; y luego decía algo de un tal Dios, al que debía de imaginarse fabricando merluzas. De los que viven de la pesca no pido conocimientos de dinámica de poblacionesn, pero sí que entiendan la fábula de la gallina de los huevos de oro. Me da lo mismo lo que le pase al atún rojo dentro de cincuenta años (creo que el sushi no es nada del otro mundo). En realidad, casi me da lo mismo lo que le pase al mundo dentro de cincuenta años; y si me me empeño, me da lo mismo lo que le pase dentro de cincuenta días, pero hay que ser gilipollas para destruir lo que te da de comer.

Lo que me ha hecho ver la luz y decidir, por fin, cómo ejercitar mi derecho al voto ha sido el papel desempeñado por los políticos. No digo yo que los representantes del pueblo tengan que ser inteligentes; ni siquiera albergo la esperanza de que unos pocos sean brillantes y tengan ideas (e ideología). En el caso de los que deciden sobre la gestión de la pesca del atún no espero que estudien el ciclo vital de esa especie ni que entiendan qué es el saldo demográfico, pero a alguien que toma mi voz y decide por mí cómo va a ser el mundo le exijo que sea valiente, y que sabiendo que tiene que hacer algo no haga lo contrario. 

PS 1: Otra gilipollez, ya que estamos. Entre las noticias destacadas del día no están unas elecciones que sí pueden ser un clave para el mundo de los próximos cincuenta años. Las hacen en Egipto, y hay que ser corto de miras para no entender que nos afectan. Le honra la excepción a Público, que ha tenido a bien mandar un corresponsal que lo cuenta y lo explica.

PS 2: Y como no hay dos sin tres, me pregunto por qué no haypolíticos con enjundia, que no sean guiñoles de unos partidos que a lo más que aspiran es a no perder escaños, que piensen algo y lo digan, aunque se equivoquen, y crean que su trabajo consiste en cambiar algo y mejorarlo, y que su negociado es de de las personas y las sociedades y no el de los mercados.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Berlanguiana (in memóriam)


Con un par y sin rubor. El alcalde de Barcelona ha anunciado que vamos a gastarnos 2,2 millones de euros en la iluminación navideña. Navideña, o lo que sea, porque van a ser 36 días, que si se empeñan un poco les sirven las bombillas para marcar las estaciones del Vía Crucis. Dicen que la iluminación incentiva el consumo; suponiendo que eso sea bueno, a saber quién y cómo ha llegado a esa conclusión; son capaces de haber encargado un estudio de esos (¿Si cuando sale a por una barra de pan hay tres bombillas más y le cantan el tamborilero por megafonía se compra un abrigo y un robot de cocina?).

Lo del Ayuntamiento de este pueblo (Barcelona cada vez es más pueblo y menos ciudad) es de una banalidad y de un mercantilismo insoportable. Ese alcalde con tono y maneras de pijo, sin ideas ni ideología, con delirios de grandeza y de posteridad, sin cultura ni visión de futuro, que más parece estar a sueldo de cadenas hoteleras y empresas distribuidoras de energía que del erario está destrozando (con la inestimable colaboración de una Generalitat provinciana y populista) la fama y, lo que es peor, la sustancia, cosmopolita y culta de esta ciudad.

Así que se le ha ocurrido que hay que poner muchas luces para atraer turistas (los extranjeros, por lo visto, para decidir su destino de vacaciones consultan la distribución mundial de lux). ¿Pero dónde va a meterlos? Andar por el centro de esta ciudad ya es un continuo sortear grupos de borrachas y horteras guiris consagradas por una noche a las más vulgares y ordinarias despedidas de soltera (vista la celebración no quiero imaginarme el resto de sus vida ya casadas), y mozos bebiendo y voceando por la ciudad de tal manera que hacen que aquellas fiestas de quintos de la España profunda fueran recepciones versallescas.

Quizá el insigne Hereu (hereu indigne) ha pensado en ponerles lamparitas en la mesilla de noche a los muchos indigentes que andan por la ciudad. Cada vez hay más (la crisis, dicen); en las zonas más cool de la ciudad, solitarios o en grupo, a las puertas de centros culturales y en el portal contiguo a un restaurante de moda. Tal como está la ciudad de Plácidos, es una lástima que al Ayuntamiento no le haya dado por sentar pobres a la mesa navideña, que este año tenía donde elegir y no se los acababa. Y en vez de eso, ¡hala luces! Ya ni dormir tranquilo en la calle lo dejan a uno, que diría Pepe Isbert en una de Berlanga.

domingo, 31 de octubre de 2010

Josefina



Ni el trabajo ni el pan ni la libertad ni el futuro se regalan. Marcelino Camacho



Hay pocas cosas que me conmuevan más que la integridad y la firme decisión de ser lo que se es y lo que se quiere ser; y me admira la tozuda resistencia contra los ecos fatuos del poder. No estoy segura de que yo pudiera con ellos.

De las imágenes aparecidas a propósito de la muerte de Marcelino Camacho, esta es una perfecta declaración de principios: su mujer, un amigo, su ideología y la marquesina de un autobús. Es la escueta descripción de la vida de un hombre que a esas altura podía tener despacho, coche, cargo honorífico, lugar reservado y unas cuantas prebendas. Sin embargo, parece seguir obstinado en defender algo para todos y anhelar para sí solo lo necesario para vivir. No viene al caso si lo hizo bien o mal; solo hablo de la persistente convicción de que o nos salvamos todos o no se salva nadie, de la decisión tenaz de levantar la voz por los más débiles y de una manera de vivir convencidamente honrada y entregada.

Y con todo, las imágenes que me han emocionado son las de Josefina Samper, su mujer. Ella era quien tejía los famosos marcelinos, esos jerséis de lana gorda con cremallera y cuello alto que inventó porque él tenía la garganta delicada y en la cárcel siempre estaba con faringitis. Luego siguió tejiéndolos; y él siguió llevándolos toda la vida. También ella, con toda la dignidad de una mujer sin bótox ni peluquería. Murió su marido y supo que tenía que estar ahí, aguantando el tirón con entereza, como estuvo siempre. Se puso una chaqueta de lana y fue para allá, a agradecer a todo el mundo que fueran a despedirse. Para ser la persona más digna de todos los que pasaron no necesitaba ni trajes negros ni gesto alguno, le bastaba su vida entera. Luego se volvió a su casa.

PS: Eso ocurría un día antes de celebrarse el centenario del nacimiento de Miguel Hernández, otro ejemplo de dignidad y voluntad de pensar y decir, llorado por otra Josefina (Manresa), una mujer morena resuelta en lunas.

lunes, 18 de octubre de 2010

Mujeres importantes



Parece ser que hay once mujeres chinas muy ricas. Supongo que la noticia tiene cierta relevancia macroeconómica, aunque no sé si porque hay muchas mujeres chinas ricas o porque hay solo algunas mujeres chinas que son ricas pero estén entre las más ricas del mundo. Yo, que sigo analizando la cuestión de la riqueza y su reparto con un sesgo ligeramente proletario, deduzco que hay once mujeres chinas especuladoras o explotadoras (o ambas cosas), porque creo que nadie se hace muy rico trabajando. Quizá haya algún ejemplo de eso que llaman hombres hechos a a sí mismos, que de la nada y solo con el esfuerzo personal han llegado a la riqueza, el reconocimiento social y, quizá, hasta la educación y la cultura. Tal vez haya algunos que han tenido mucha suerte —es decir, que han pegado un pelotazo—, y es posible que algunos de ellos, consciente de lo inmerecido de su posición, crean que deben devolver algo a la sociedad e intentar equilibrar la injusticia de un mundo que pasa de la gran sequía a la gran remojá en cuestión de kilómetros, sin ir más lejos, en los catorce que separan África de Europa.

El caso es que hay mujeres con más pasta de la que podrán gastarse en toda su vida. Alguien elabora una lista y publican en los medios de comunicación de todo el mundo nombres y apellidos, y dedicación principal (habrá que ver cómo cuantifican y suman, porque la gente muy rica, por definición y por codicia, dicen bastante menos de lo que hay y ocultan lejos  de todo lo que se parezca a un inspector de hacienda bastante más de lo que enseñan). Ya me imagino que le da igual al redactor, a quien ha preparado la lista y a las señoras, pero quiero decir que a mí esas mujeres no me importan nada.

Lo que me gustaría saber es quiénes son las más pobres. ¿Es que no van a buscarlas? ¿Nadie va a decir dónde están, cómo se llaman y a qué se dedican? ¿O es que son tantas que  no saben por dónde empezar los hacedores de listas? Una sugerencia: pueden darse una vuelta por África; tienen para no parar de escribir el nombre de las mujeres más pobres del mundo, es decir, de mujeres importantes. Si serán importantes que veneramos la tierra que pisan y, sobre todo, lo que hay debajo. 

PS: Los chinos se han apuntado a hacerse los amos de África, por varias vías. La primera es hacerse con las contratas de las infraestructuras (supongo que a cambio de cuantiosos sobornos, costes ínfimos y rendimientos inauditos). La segunda es la de los pequeños negocios y la presencia creciente pero paulatina. Se comportan como en Europa: integración nula y nada de reivindicaciones ni de hacerse visibles. 
Hay que reconocerles que montar un todo a cien en África, 
donde todo es a uno, tiene su mérito.

domingo, 10 de octubre de 2010

El ataque de los letraheridos vivientes


Hay millones de personas que saben empuñar un pincel y abrir un bote de pintura; Algunos incluso acaban de pintar el techo del cuarto de baño o las puertas de los balcones, trabajos ambos que requieren cierto dominio de los utensilios y las técnicas a fin de no ponerlo todo perdido y de que no haya más pintura en la pared aledaña que en la puerta en cuestión. Unas pocas personas que saben hacer eso pintan cuadros; y de estas, son prácticamente insignificantes (estadísticamente hablando) las que creen merecer que su obra se muestre al público en un museo o en una sala de exposiciones.

Sin embargo, hay que ver qué montón de individuos cree que el hecho de hablar los capacita para escribir un libro. No digo, ni siquiera, hablar bien; solo el mero hecho de usar (insisto en que no siempre bien) palabras para comunicarse da a muchas personas la certeza de que su novela va a ser la caña, en cuanto consigan meter unos cuantos conflictos (mejor que ocurran en el pasado remoto) un cierto misterio (la dosis adecuada de negrura, a ser posible con unas gotas de esoterismo y un chorrito de conspiración), un poco de sexo (con más o menos amor según la ideología o las fantasías secretas del autor) y, ya en el peor de los casos, unas cuantas páginas de erudición wikipédica.

Cada vez hay más servicios (negocios) que les ofrecen a esa personas la posibilidad de publicar su novela, por un precio (módico o no). A veces les sugieren que contraten un corrector para pulir un poco el libro, pero nadie les cuenta que un original (y, a menudo también una traducción) debe pasar por las manos de un editor (un editor de mesa, no el dueño de la editorial). Tampoco les dicen cuántas correcciones debería pasar un libro para salir bien ni qué tiene que hacer cada uno de los correctores que trabaje el texto. Lo malo es que, muchas veces, no les dicen todo eso por pura ignorancia de los procesos y los pasos necesarios para tener cierta garantía (que no garantía cierta) de la calidad de un libro, sea una novela, ensayo filosófico, tratado médico, guía de viaje o libro escolar, y sea en papel o digital. Porque la cuestión es que corre el bulo de que ahora, con “eso del libro electrónico” y con Internet, los libros de hacen en un pispás, que puede hacerlos cualquiera y que por fin nos hemos librado del despotismo de las editoriales. «Tú escribes lo tuyo y lo publicas, sin intermediarios que te cambien ni una coma», como si eso fuera lo mejor que le pueda pasar a un libro, y, por ende, a un autor y a los lectores.

Las editoriales se quejan de que no se reconozca su función, claman que tendrán que hacer frente a la piratería y que cualquier se autoedita (quieren decir publica) su propio libro, pero son las principales responsables de la situación. Muchas (las grandes) han reducido el director editorial (responsable de la calidad de los libros) a un jefe de compras (responsable de que los libros se vendan mucho) y han ido eliminando el trabajo del editor de mesa y las correcciones: directamente o empresa de servicios editoriales mediante, presupuestan poco tiempo y menos dinero; lo de menos es el  producto (libro) final. Tampoco tendrán que escuchar ni siquiera oír (aunque mucha gente no lo crea, son dos verbos con significados diferentes, porque designan actitudes y procesos neurológicos distintos) quejas ni reclamaciones; cuentan con la imprescindible colaboración de los lectores.

Ya hace tiempo que no le quito la etiqueta con el precio a un libro hasta que no llevo el 10% (aproximadamente) leído. Si hasta ahí no me encuentro taras (anacoluto, anantapódoton, incongruencias de contenido, transcripciones de lenguas extranjeras poco cuidadas o inconsistentes, falsos amigos en caso de que sea una traducción, y otros rotos y descosidos) ya lo hago mío. Pero si en las páginas iniciales me topo con desconchones (no doy importancia a las erratas esporádicas), lo devuelvo y me quejo por haberme vendido un producto en mal estado. La cuestión es ser capaz de detectar que está en mal estado o que es gato y no liebre. A mí, por ejemplo, me dan olivas negras pequeñas acompañadas de una publicidad que diga que es caviar y pueden ahorrarse el esturión. Eso sí, no me cuelan un solecismo como prosa refulgente ni un cuento chino como novela de sutil arquitectura narrativa, y eso que yo a duras penas soy capaz de pintar una pared con rodillo.
  
PS: Cerca andan, si no son casos análogos, los llamados libros de autoayuda, que disfrazados de filosofía no pasan de ser recopilaciones de perogrulladas de sentido común, en el mejor de los casos, o agua del grifo vendida como crecepelo instantáneo, en los casos de filósofos o psicólogos de pacotilla con más cara que espalda y una buena tajada en derechos de autor apadrinados por editoriales que gastan mucho más en marketing que en informes de lectura, editores y correctores.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Endelea


Magda tiene  algo más de 40 años, ya es abuela y tiene sida. La ha repudiado su marido, su familia no quiere saber nada de ella y sus vecinos la desprecian. Tiene cinco hijos, sanos, y, como si no se le agotaran las fuerzas, ha acogido otro chaval, este sí con VIH, hijo de un primo que murió de sida. Magda dice que no se avergüenza de haberse contagiado curándole las heridas a ese primo y que no tiene que ocultar que ayudó a un enfermo, cuando nadie los ayudaba ni les explicaba cómo protegerse del virus. ¡Ah!, un detalle, Magda es africana. Vive en una zona rural próxima a Moshi. Es afortunada, en Tanzania, les dan los fármacos, solo que hay que ir al hospital. Para eso, Magda tiene que pagar una bici-taxi hasta la parada del autobús, luego el autobús y luego la visita en el hospital, para ella y para su sobrino, que con menos de 14 años ha aprendido a guardar bien su cepillo de dientes para que sus primos no lo usen y no corran el riesgo de contagiarse. Magda también tiene que alimentar, vestir y escolarizar a sus hijos, porque sabe que si hay alguna esperanza para ellos, probablemente pase por el colegio.

Magda ha tenido fuerza para organizarse una pequeña empresa. Hace ladrillos de adobe. En su afán de no darse por vencida, busca empresas y particulares que necesiten sus ladrillos, para poder dar trabajo a cuatro personas que la ayudan a hacer ladrillos. Ahora ha comprado cuatro cerdos. Los compra gorrinos, los engorda y los vende. Un negocio con riesgos y no muy relajado. Pero a Magda no se le ocurre buscar caminos rápidos y fáciles de vivir. Para todo eso tenía fuerza y solo ha necesitado un microcrédito que le ha prestado el proyecto Endelea (‘continuar’) que ha puesto en pie  Tierra de Amani. Magda, además de salir adelante, es un ejemplo para otras mujeres de la zona de Moshi, donde trabaja esta oenegé. Unas comercian con telas, otras intentan organizar pequeños comercios en sus pueblos, pero lo primero que tiene que hacer todas es superar la depresión y la angustia. Son africanas, mujeres y enfermas de sida; es difícil acumular más estigmas. En la pequeña oficina de Tierra de Amani, dos trabajadores sociales tanzanos, Shuma y Violet, les sugieren ideas para posibles negocios, las asesoran para desarrollarlas y usar los microcréditos y, sobre todo, las ayudan a tejer una red social, entre ellas y con personas valientes que se atreven a no condenarlas.

Además de estar dándoles la vida a esas  mujeres y sus familias. Tierra de Amani es la fuente de financiación del Kili Centre. ¡otro milagro! Más de cien niños salvados de las calles. Unos viven en el centro, otros vuelven a sus casas a dormir; todos comen, se lavan, van a la escuela, aprenden a responsabilizarse de tareas, a respetar a los demás, a comer de manera equilibrada y a protegerse de la malaria, han dejado de sufrir palizas o abusos sexuales y han vuelto a encontrar palabras amables, atención e, incluso, algún abrazo. Han aprendido que son inteligentes,que pueden estudiar, decidir qué quieren ser e intentarlo. Ninguno tenía nada de eso antes de llegar al Kili Center, algunos no recordaban haber dormido nunca bajo techo y la mayoría estaban condenados a acabar sus días esnifando pegamento.

El mundo tiene caras muy feas, sí. Y también vidas ejemplares, como la de Magda, y como la de la gente que puso en pie Tierra de Amani porque decidió que le debía algo a las personas a las que les toca sufrir siempre y mucho. Solo que podemos evitarlo. El proyecto Endelea y el Kili Center son una oportunidad que nos regalan para hacer algo. Les hace falta dinero, claro,  y conociendo la vida de Magda, a ver quién dice que no le sobra para colaborar (una de esas tardes de salir al cine y a cenar nos cuesta…). No os lo gastéis todo; pronto os contaré unas vidas ejemplares que enlazan Níger con Terrassa. Se empieza con una mujer, se sigue con una familia y acabas haciendo un mundo justo. Es el peligro decidir que le vas a dar a una persona la oportunidad que nunca tuvo de salir adelante, porque sí y porque quieres.

PS: Para perezosos y ajetreados que no quieran buscar más, la cuenta corriente es Unicaja 2103-2100-60-0030000315.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Conmemoraciones, olvidos y desvergüenzas


La diversidad de calendarios provoca coincidencias y superposiciones interesantes. Así, este año el Ramadán ha caído en pleno mes de agosto, y eso ha hecho plantearse si los trabajadores musulmanes tienen derechos similares a los cristianos a la hora, por ejemplo, de celebrar sus fiestas y días sagrados; o si hay que contemplar las creencias y los ritos religiosos en los convenios colectivos en un país legalmente aconfesional (aunque todavía no laico, por desgracia). El asunto del Ramadán también ha puesto de manifiesto el desconocimiento del islam por parte de empresarios, políticos, periodistas y, también, muchos musulmanes, que no saben que por enfermedad, trabajo o viaje, está permitido no observar el ayuno (hay que recuperarlo cuando se pueda) si bien no hay ninguna causa que dispense de suspender toda actividad bélica en ese mes.

Otra coincidencia temporal de este año es que el Yom Kippur se celebra el mismo día (hoy) que se conmemora el aniversario de la matanza de Sabra y Shatila (16-18 de septiembre de 1982), aunque nada indica que los judíos pidan perdón por aquella matanza. Uno de sus responsables paga por ello, aunque no se entere; Ariel Sharon (un geranio desde hace años como resultado de un ictus) animó a las falanges cristianas libanesas a destruir esos dos campos de refugiados palestinos, les dijo que allí había dos mil terroristas y les dio vía libre para entrar y hacer lo que quisieran. Fueron cuarenta horas de sangre y horror; entre 800 y 3.000 muertos palestinos, la mayoría de ellos musulmanes, masacrados con las manos y el beneplácito de cristianos y judíos, lo preciso por si hay que elaborar una lista de religiones asesinas y peligrosas para la humanidad. No se sabe el número, porque no dejaron ni contarlos ni enterrarlos, ni escribir sus nombres en placas conmemorativas o en memoriales de homenaje a los inocentes. Cal viva y oscuridad. Y ningún minuto de silencio mundial en estos días. Septiembre es un mes con muchos muertos: Chile, Munich, Sabra y Shatila, Nueva York; unos, los nuestros, más inocentes que otros, parece. Quizá se necesite un Día de la Expiación cada mes para pedir perdón por todos los muertos.

Claro que igual al papa le da lo mismo. Joseph Ratzinger, jefe del Estado Vaticano y embajador de un reino que no forma parte de ninguna organización internacional, cuando pide perdón por encubrir los delitos (en su reino los llaman pecados) de sus subordinados dice que hay que ser compasivo con esos delincuentes. También dice que la ciencia es peligrosa si no tiene en cuenta la religión (la suya, claro). Además ha exigido a los políticos que gobiernen con la religión (se supone que la católica) y cuestionen las democracias que se basan en el consenso social. ¡Hay que joderse! mejor que decidir entre todos va a ser gobernarse según lo que él y su panda tengan a bien dictaminar (porque es evidente que la ley que le gustaría imponer no es la de Cristo, ya que no hace que rija ni siquiera en el Estado del Vaticano ). Por fin, ahora sabemos que el señor Ratzinger es partidario de los regímenes teocráticos, también aquí en la Tierra. Y encima se permite decir que el ateísmo es como el nazismo, él, que fue miembro de las juventudes hitlerianas. Ese fascista, cómplice y encubridor de pederastas, e incitador al asesinato por contagio de sida se permite insultarnos a los ateos. A mí no me extraña que no sea muy partidario ni de la ciencia ni de la democracia ni de la justicia humana, porque la primera pone de manifiesto su ignorancia, la segunda muestra su jíbara estatura moral y la tercera lo llevaría a la cárcel para los restos si no fuera quien es.

PS: Recién escrito todo lo anterior, tengo que dejar constancia de la obviedad de que hay cristianos y judíos decentes, algunos hacen que tenga que añadir a esta entrada la etiqueta «vidas ejemplares» como  Gilad Atzmon(de no perderse los enlaces al final) que dice de sí mismo que es ex israelí y ex judío, hace una jazz fabuloso, y no es manco pensando y escribiendo.





domingo, 29 de agosto de 2010

Impaciencias


Parece ser que es cuestión de tiempo que todos arrastremos un dolor profundo e irremediable (al menos uno); una angustia crónica, alguna herida mal cicatrizada. Un si hubiera, un por qué no hice, un tenía que haber dicho. Y probablemente si hubiéramos, nos lamentaríamos por haber. No obstante, conozco algunas personas que parecen no llevar ningún fardo a cuestas. Gente que aparenta vivir tal como soñaron y en cuya vida no parece que haya nada que no desearan. Probablemente es falso; allá cada cual con sus disfraces y sus máscaras.

Me da por aquí después de volver a ver El paciente inglés. Hermosa y triste falsa historia del conde Almasy. Yo que quise ser K, me quede en Laszlo, que diría La Cabra Mecánica (Almasy, el personaje, es más poeta de la calle que Katherine). Pero no sé si sería capaz de ser Hanna (Juliet Binoche interpreta como pocas actrices personajes con síndrome de amantes de Pont Neuf). Hay un momento que el dolor es mayor, mucho mayor que la esperanza de que desaparezca ese dolor: y la tristeza y el desaliento, más poderosos que la ilusión de que se conviertan en otra cosa más ligera. En ese momento, deberíamos tener derecho a una dosis suficiente de lo que sea y a una mano generosa; a ser posible desconocida, para evitar las lágrimas y los remordimientos.

Estaría bien un poco más de respeto por las dimisiones cuando tan poco importan los despidos forzosos; como los recientes de Afganistán. Los de los españoles llorados y honrados, sí, y también los de esos cinco niños muertos por un ataque de la OTAN y que, por alguna razón que yo no consigo imaginar, a la prensa no le han parecido dignos de ocupar portadas y merecer honores.

PS: Hace pocos días me explicaba un amigo su idea de una máquina en forma de casco a disposición de los ciudadanos una vez al año (creo que a partir de cierta edad). La máquina en cuestión ofrecería un pronóstico (¿una predicción?) del tiempo y la calidad de vida restante. Al acabar la evaluación, la máquina preguntaría «¿quiere seguir?» y uno podría pulsar sobre el sí o el no. Eso esquivaría el problema de la mano.

martes, 24 de agosto de 2010

Luna de Mogadiscio


Hoy el mundo está más o menos como ayer. Me encantaría ir a Mogadiscio, aunque solo fuera por pronunciar muchas veces en voz alta semejante topónimo. Pero no está la capital de Somalia como para ir de vacaciones. Allí vamos a esquilmar el mar, pero cuando se matan entre ellos (que no saben que su religión les prohíbe guerrear en el sagrado mes de ramadán) hacemos como que no nos enteramos. Hay que mirar esas fotos, quien pueda sin llorar ni encalabrinarse, para que luego las cosas no nos parezcan tan extrañas.


Pero yo quería poner algo bonito en mi blog, una vez al menos. Se me ocurrió ayer, mirando una luna llena de esas de finales de verano, blancas y serenas, sigilosas.

Quizá si en Somalia se hubieran quedado mirando la Luna... porque digo yo que tendrían la misma Luna que yo tenía en mi balcón. Esta de aquí.

lunes, 23 de agosto de 2010

Aprendices de Padrino


Julian Assange tiene una biografía interesante, de la que el hito más reciente es haber proporcionado a través de wikileaks bastante más información sobre Afganistán de la que el Gobierno estadounidense (los grupos de presión, las multinacionales, los generales y algún financiero) quería que supiéramos; y mucho más de lo que sabremos, porque wikileaks se hizo con tal cantidad de documentos que no hay quien se los lea y los procese.

De los documentos se apoderó un soldado de veintidós años que dice que lo hizo por «ideología», porque «estaba insatisfecho con ciertas políticas militares y quería dañar la política exterior de EE. UU.». Yo creo que el tío está para que lo encierren y será el típico loco con gorro de Napoleón. También es para temblar que el Pentágono cree que el pájaro le birló cientos de miles de documentos clasificados, mails, videos y vaya usted a saber qué otros secretos; el Pentágono lo «cree», cuando los documentos andan por ahí de boca en boca, es decir, de web en web. Y se los ha afanado un tipo al que le rebajaron el rango por pelearse con un amigo pero le dejaron toda esa información que se supone que es peligrosa si no se mantiene en secreto. A Manning lo tienen en un centro de retención de Kuwait, pero me imagino que al psicólogo y al jefe de personal del departamento para el que trabajaba los han dejado en el desierto de Kuwauit, sin centro y sin nada.

Y mientras, a Julian Assange le encasquetan dos acusaciones de violación en Suecia, de la noche a la mañana, sin que se sepa ni a quién ha violado ni cuándo. Y de la mañana a la noche, la fiscalía anula la acusación y dice que ha sido un error. Assange, dice que ya lo habían avisado de posibles acusaciones falsas y que probablemente fueran de carácter sexual. Lo de matar al mensajero no es nuevo, y ya se sabe que en la guerra lo primero que muere es la verdad. Que quieran ocultar información, que sean torpes y que ni por asomo se les ocurra que la transparencia es la característica básica y primordial que los gobernantes deben a la sociedad democrática que les ha dejado el poder un ratito son asuntos que no sorprenden y casi ya ni indignan. Ahora bien, esta vez los métodos son donvitocorleónicos.

Pero no nuevos. A no se sabe quién de la CIA se le ocurrió difundir un video trucado en el que se vería a Saddam Hussein fornicando con un joven (homosexualidad + pederastia, todo en uno); hubiera sido un juego de metanarración y metahistoria que el video lo acompañaran unos poemas de Abu Nuwas. También se les ocurrió montar unos videos con Bin Laden borracho; y también a esto le hubiera ido bien algo de Abu Nuwas. No es la mala uva de la idea lo que me trastorna, no. Lo que me encalabrina* son los temas elegidos para hacer quedar a alguien como un ser repugnante: sexo y alcohol (drogas); no perdamos tiempo en citar el alcoholismo de Bush ni los presidentes pichabravas… Y ahora, con Obama al frente, dos acusaciones de violación (sexo, otra vez) para machacar a Julian Assange. ¡Que aburrimiento y que hartazgo! ¡Qué enfermos están! Lo de la cabeza de caballo en la cama parece una manera honrada, limpia y abierta de hacerte saber que has cabreado a alguien.


* He aprendido el verbo encalabrinar, y lo voy a usar a troche y moche porque me va de perlas para compendiar lo que me pasa, con sus diversas acepciones, de una en una o, a veces, varias al tiempo. Es más, quizá encalabrinamientos sería un buen nombre para este blog, por que ahora ya me encalabrino aunque no me suba a la gavia.

sábado, 31 de julio de 2010

Ligerezas estivales



La semana pasada se formaron colas en todo el mundo para apoyar la guerra más cruel y el exterminio más impune en la República Democrática del Congo. Los partidarios españoles de esas barbaridades estaban muy bien representados en la Gran Vía de Madrid. Presumían orgullosos de llevar ocho o diez horas esperando para colaborar en el expolio de ese país africano. Como premio, conseguían un teléfono con nombre propio Iphone 4. Nadie que hace una cola de ocho horas necesita imperiosamente para trabajar o para vivir un móvil nuevo. Lo que quizá sí necesitan para entender el mundo es trabajar una temporada en las minas de coltán del Congo. Porque ese es el asunto: el coltán, el mineral que necesitamos para nuestros teléfonos y otras aplicaciones tecnológicas, y que exigimos con un empeño digno de defender los derechos humanos, pero no un teléfono, que en la mayoría de las conversaciones que oigo al azar por la calle solo servirá para decir sandeces.
La ONU recibió una lista de veintidós empresas que parecen implicadas en el comercio ilegal de coltán. Alguna habrá que sea legal,pero yo ya no me creo nada. Que parezca legal y limpio solo significa que saben cómo conseguir certificaciones oficiales, no que esas certificaciones digan la verdad (los ensangrentados diamantes africanos se comercializan en el mundo entero con certificaciones israelíes de cumplir todas las condiciones legales; pero ya sabemos el valor que da Israel a la verdad, a la vida y a la codicia, eterno Shylock). Entre esa empresas está Talison, australiana, con códigos éticos e invocaciones al desarrollo sostenible; y con algún otro plan; para echarse a temblar. Ahora se ha dividido en dos: Talison litio y Taliso tantalio. El 80% de las reservas conocidas de coltán del mundo están en África, y de ellas, el 80% en el Congo. Por lo que respecta al litio, hace pocas semanas se anuncio que habían descubierto ingentes reservas en Afganistán, que hay países que deberían tener por himno aquello de «si naciste pa martillo del cielo te caen los clavos». ¡Vaya karma el de los afganos! Hacen que parezca una bendición tener el clima de Benidorm y que te dejen la costa alicatada hasta el techo.
La lástima es que no haya minas de cerebros en algún país del Tercer Mundo. Si así fuera nos lanzaríamos a explotarlas y expoliarlas, y haríamos largas colas para comprarnos uno, y quién sabe si incluso alguien intentaría usarlo. Las reservas mundiales de decencia y sentido común están todas en el Primer Mundo, me temo, y los códigos éticos y las normas medioambientales deben de impedir su explotación, o quizá es que son materias contaminantes; de otra manera no se explica que circulen tan poco y que no haya campañas promocionales para su uso.
PS1:Guglear «coltan blood youtube» lleva a información abundante y detallada, pero, aviso, te fastidian el vermut.
PS2: Hace unos días volcó un barco en la RP del Congo y murieron 138 personas (por lo menos; en eso barcos nunca se sabe cuántos van, sé de lo que hablo), todos africanos, sí,que murieron aplastados y ahogados. Además, ha habido un terremoto de grado 5,7 en Irán. Y las inundaciones causadas por el monzón han obligado a 400.000 personas a abandonar sus hogares en Afganistán y Pakistán; sí, los afectados de ambos sucesos son musulmanes y asiáticos, todos pobres. Los periodistas han decidido, como siempre, que la importancia de los muertos está directamente relacionada con la nacionalidad y la religión.

sábado, 17 de julio de 2010

El barro de los ídolos


Así, en general, a mí me parece que la humanidad es idiota y que las personas tienden a la hijoputez. Creo, de verdad, que la naturaleza humana es ser codiciosos, petulantes, egoístas y soberbios. Lo que me impide que me comporte como Michael Douglas en Un día de furia es que también creo (y lo compruebo a menudo) que hay personas —muchas— que se empeñan en superar el instinto de esa naturaleza y ser generosas, solidarias y humildes. Eso requiere un esfuerzo cotidiano —gigantesco, supongo— y constante, como un entrenamiento que no se puede descuidar ni un solo día de tu vida, en aquellas personas que tienen la posibilidad de tocar mucha pasta, de presumir mucho y de pavonearse ante el prójimo.

Hay personas que lo logran y otras que no. La corriente general no ayuda; la sociedad, los medios y todas esas cosas; o sea, nosotros. Las personas eligen sus ídolos y sus héroes; les dan dinero y gloria, y, si además son jóvenes y guapos (en realidad con que tengan pasta, sean jóvenes y salgan en la tele ya casi todo el mundo los ve guapos), idolatran su imagen, imitan su aspecto, los siguen en Facebook y hacen cola para verlos. Y les ponemos alfombras y focos, o los sacamos en autobús aplaudidos por una masa enfervorizada y rendida.

Hasta yo sé quiénes son Casillas, Torres, Puyol, Villa, etc., y Vicente del Bosque, que es el que más me gusta de los flamantes campeones. Es solo que quiero aprenderme y no olvidar los nombres de las personas que han recibido (y merecido) los premios Nacionales de Investigación de este año: María Antonia Blasco Marhuenda (Biología), Enrique Castillo Ron (Ingenierías), Salvador Barberá Sánchez (Derecho y Ciencias Económicas y Sociales), Ignacio Bosque Muñoz (Humanidades) y Carlos Martínez Alonso (Medicina). Como con los futbolistas que se han llevado la gloria, es posible que haya otros que los merecieran pero el seleccionador tenía que elegir y ahí está el equipo que ha ganado la liga este año.

Y a esto he llegado por una noticia que me ha hecho saltar las lágrimas de emoción. Enrique Castillo Ron es ingeniero de caminos y matemático, lo cual, afirmo y sostengo, es mucho más importante y difícil que ser futbolista o cantante, y, además, requiere mucho más esfuerzo e inteligencia (un currículum vale más que mil palabras); por no hablar de la diferencia entre fallar un penalti o dar un mal concierto y equivocarse en los cálculos de un puente o no recordar bien cuál es el tratamiento más adecuado para una neumonía. Enrique Castillo tiene 64 años, así que podría esperar tranquilamente la jubilación en su posición de catedrático de universidad, pero no; anda pensando cómo aplicar lo que sabe a la cooperación. Y dice que no hay otra opción que destinar el dinero del premio a un proyecto de ayuda al desarrollo en Togo y Benín. ¡Con un par!

Que no digo yo que los futbolistas de la selección (cuyos sueldos suelen ser discretos y comedidos) no se merezcan que les den seiscientos mil euros, a cada uno, por hacer algo tan importante como ganar el mundial y por dedicar toda una vida de estudio y esfuerzo a mejorar la vida de los demás. Pero a mí me gustaría que pasearan a Enrique Castillo en un autobús y que le dedicaran (también a los otros premiados) horas de televisión, estatuas, calles y homenajes variados. Y, sobre todo, que fuera modelo de adolescentes y recién estrenados adultos. Mientras eso llega, hoy necesitaba dejar en algún sitio mi emoción, mi homenaje y mi agradecimiento a la inteligencia de los que se enfrentan a la naturaleza humana y ganan por goleada.

miércoles, 7 de julio de 2010

Pijos sin fronteras


He dejado reposar una noticia un mes a ver si, como me aconseja todo el mundo, le doy menos importancia a las cosas que no me afectan directamente y sobre las que no tengo ninguna influencia. Pero nada, estoy cabreada como el día, hace ya un mes, que salió la noticia de que un tipo que se llama Custodio da forma al primer «beach club» de Barcelona. No a un club de playa, no, a un beach club , no se vaya a pensar alguien que será algo parecido a los antiguos baños de San Sebastián o al Atlético Barceloneta. ¡De ninguna de las maneras! Será un sitio cool, en la onda, con un chill out y todo. Que nadie se ponga nervioso; ya han dicho que no será un club privado sino que podrá entrar todo el mundo. ¡Nos ha jodido mayo con las flores! Solo faltaría que esos pijos de tres al cuarto, ignorantes y socialmente prescindibles pudieran montar un club privado en un espacio que la Constitución dice que es público y para el disfrute de todos los ciudadanos.

Y sin embargo, sospecho que «todo el mundo», en inglés debe de significar gente con mucha pasta, banal en su existencia y en su trabajo, y tan estulta que cree que llevar ropa de marca confiere buen gusto y distinción. Que el Santo Ángel Custodio, patrón de la policía, vele por los que llevan su nombre, por su panda, y por el muy tontolaba y pijotero Ayuntamiento de esta ciudad. Porque del club, de la playa y de su todo el mundo cuidarán un montón de guardas jurados y todo tipos de seguratas, tal como ya ocurre en la zona de esa mierda de hotel W, que, con la aquiescencia de los politicastros municipales nos ha secuestrado agua, arena, espacio, cielo y calles. Prueben a ir con aspecto de indigente a las inmediaciones del hotelito de marras. 

miércoles, 23 de junio de 2010

Afinidades no elegidas


Hay un lugar en Barcelona en el que Abd el-Qádir (sufí y resistente anticolonialista) hace esquina con Alfonso X el Sabio y ambos abrazan el parque de las Aguas. La calle del emir argelino es estrecha, con pocas casas y situada en un barrio con pocos vecinos que compartan cultura con Abd el-Qádir. Por casualidad (creo) enfrente del rótulo de la calle hay un supermercado de nombre Faizan, que deduzco correligionario, en el más estricto y original sentido de la palabra. Pero a mí lo que me gusta es que esté codo con codo con Alfonso el Sabio.
No sé si los vecinos de la calle serán conscientes de lo ilustre del personaje. Tampoco sé a quién se le ocurrió dedicarle una calle y en esa zona de la ciudad. Yo lo hubiera puesto mirando al mar, a su mar, a nuestro mar, al mismo mar que lo llevaría hasta su casa. Tan venerado que lo cantan y le cantan los artistas más aplaudidos, en Argel y en París. He visto interpretar esta canción a la orquesta municipal de Tetuán, mientras la gente aplaudía y cantaba con auténtico fervor, y para que un marroquí jalee a un argelino....

Hay días que esta ciudad es muy hermosa y calles que parecen un acto de justicia. A mí me toca vivir en una dedicada a un general, con el que Abd el-Qádir hubiera hecho buenas migas porque también se dedico a darle sopas con honda al gabacho invasor. Cerca de mi casa está la calle donde Ramón y Cajal descubrió la teoría de la neurona. Al lado del portal tiene una pequeña placa, que ningún guiri se detiene a mirar (y por la zona pasan unos miles). Yo siempre que ando cerca, voy hasta la puerta, me detengo ante ella y hago una leve inclinación de cabeza, honor y reconocimiento a las personas importantes. Me parece tener claro a quien le debo homenajes, aunque no tengan estatuas.

sábado, 5 de junio de 2010

Protagonistas y secundarios


Ayer se avistó un ejemplar de ballena gris en la costa frente a Barcelona. Se trata de una especie propia del Pacífico y que desapareció del Atlántico norte hace unos trescientos años, dicen. Ahora va y aparece una en el Mediterráneo. Hace unos diez días estaba en las costas israelíes, de donde se piró, y nada que te nadarás llegó a Barcelona. He aquí una prueba fehaciente de la inteligencia de los cetáceos: la ballena debió de olerse el percal y dijo, aquí se va a quedar Rita la cantaora y una flotilla, porque si me quedo, además de recibir la del pulpo a manos de los israelíes, luego me van a mangonear todos los medio de comunicación.

Israel practica el terrorismo de Estado, tiene un ejército entrenado para matar sin piedad, lanzan ataques indiscriminados y desproporcionados, se ceban con civiles inocentes y a la primera de cambio cargan contra civiles indefensos que no han hecho nada. Y por lo visto, hay gente (medios de comunicación) que de todo eso acaban de enterarse ahora. Ahora que las víctimas han sido unas personas occidentales, o sea, de los nuestros. Y nos rasgamos las vestiduras, y dedicamos programas de radio, reportajes de televisión y miles de páginas, y opinan todos los contertulios y analistas (que no han estado en Israel ni han hablado jamás con un palestino) y se reúne la ONU (para no hacer nada) y la UE se plantea si tiene que hacer algo (y llega a la conclusión de que no).

Así que se nos ha caído el lirio de la mano, porque hasta ahora no se había visto semejante arranque de indignación ciudadana, popular, de las fuerzas vivas e incluso de algún poder fáctico. Como si en la operación Plomo Fundido (enero 2009) el ejército israelí no hubiera matado a mil trescientos (1.300) palestinos. Como si no murieran todos los días desde hace años de ataques preventivos o de castigo, y de hambre y tristeza, de desatención médica, de desesperanza y humillación.  Esos muertos aburridos y cansinos de tanto morirse que salen en la prensa porque hay que sacarlo todo, pero en la tertulia de la radio que no nos quiten un ratito de charla sobre el mundial de fútbol (ese circo en el que veintitrés españoles sin vergüenzas y sin escrúpulos si hacen bien su trabajo se van a llevar 600.00 euros; si lo hacen mal, solo 60.000).

Ehud Barak lo ha dejado claro: «En Oriente Próximo no hay compasión con los débiles»; aplicación práctica de (cierta interpretación de) la Teoría de evolución que nos salva porque nosotros somos fuertes, y los otros son los otros. Y para corroborar como se las gastan, se nos pone al alcance un testimonio que pone los pelos de punta, el de Simcha Leventhal, que fue soldado en el ejercito israelí y luego fundó la ONG Rompiendo el Silencio, y dice lo primero que me parece sensato en muchos días: «No sólo hay que saber qué pasó con la flotilla; hay que plantear preguntas más allá, cómo se trata a los civiles en Gaza, la cuestión de la pesca… Es muy fácil colgarse de los incidentes. Hay que entender la vida cotidiana, lo que pasa día a día. Por más que duelan nueve muertos, las tragedias y las víctimas verdaderas, que son los palestinos, se producen todo el tiempo, y hay que ponerle mucha atención a eso […] La desintegración moral de Israel lleva 40 años […] está volviéndose una ideología, y ese es el peligro. […] Hay democracia. Los que hablan de los colonos se toman un descargo. La responsabilidad es de todos, no de ese veinte por ciento». Pero los periodistas no han tenido a bien hacerle entrevistas y que cuente su experiencia, su opinión y sus planes.

En un episodio de mi filósofo y oráculo favorito, House, un personaje le dice «No sabía que hubiera un área de la esperanza en el cerebro» y House le informa «No te preocupes, es muy pequeña». La mía, que debe de ser liliputiense, hoy, la ocupan esa solitaria ballena gris y Simcha Leventhal.

PS: Por cierto, que el apellido del asesino Ehud Barak coincide con el nombre del Nobel de la paz más injusto y manipulado de la historia Barack Obama (y con el presidente egipcio Hosni Mubarak) y cargan en su nombre con una palabra árabe (y de marcadas connotaciones islámicas; tiene que ver con la bendición de Dios). Yo agradecería que cumplieran los mandamientos en los que dicen creer, pero no temen ni los horrores del infierno ni los cuatro años y medio que el carnicero Ariel Sharon lleva como un geranio en la cama de un hospital.

viernes, 28 de mayo de 2010

Ciegos que no quieren ver


A mí se me han puesto los pelos de punta, pero confieso que no tanto al conocer la noticia como cuando he oído a una persona preguntar angustiada «¿dónde ha sido?» y, a continuación, exclamar aliviada «¡Ah, que susto!» al enterarse de que el atentado ha ocurrido en Paquistán y todos los muertos son paquistaníes.
Han sido más de ochenta personas muertas al instante, pero serán muchas más, porque unos tipos —defensores de que lo que ellos piensan es lo mejor (estúpido, pero soportable) y de que el resto del mundo debe pensar lo mismo— se han liado a tirar granadas en un recinto en el que había 1.500 personas dedicadas a sus creencias, sus aficiones y sus intereses sin molestar a nadie.

Ha sido en dos mezquitas en Lahore. Las víctimas son todas musulmanas (de la rama minoritaria ahmedi). Los atacantes también eran musulmanes (de la rama minoritaria talibán). Parece ser que en Pakistán ya han matado tres mil cuatrocientas personas, musulmanas todas. No está de más recordar de vez en cuando que la mayoría de las víctimas del terrorismo islamista (talibanes, al-Qaeda y franquicias diversas) son musulmanes; porque no nos entren paranoias y manías persecutorias, digo, y porque tengamos bien claro quiénes son los malos; y porque alguna vez sintamos algo de compasión por esas víctimas lejanas y algo de horror por el infierno que viven, aunque no lleguen hasta aquí sus gritos, aunque no sean de los nuestros.


domingo, 16 de mayo de 2010

Espíritu deportivo


Ante un certamen literario o un festival de cine, esperamos que los premios se los lleven los mejores, o, al menos, las obras que nos han gustado más. Porque para eso son los premios: para distinguir la excelencia, para señalar a aquellas obras o personas que destacan y que merecen ser recordadas y aclamadas. Pero, por alguna razón que se me escapa, ese mecanismo simple y lógico no funciona con el deporte. Cuando de competición deportiva se trata, y a pesar de ser meros espectadores, esperamos que ganen unos que identificamos como los nuestros; y no es porque repartan sus beneficios, (muy elevados en algunos deportes) con nosotros, ni las glorias ni las prebendas (que tampoco son escasas). Son los nuestros porque necesitamos sentirnos miembros de alguna tribu, parece ser; debe de ser ese incontrolable miedo a sentirse solo ante el mundo, esa espantosa desolación de sufrir en soledad y de no poder compartir las alegrías.

Hace unas semanas me encontré, sábado por la tarde, en un bar de esos con pantalla gigante en la que se veía el partido de fútbol del equipo local, en riesgo de sufrir una debacle, por lo visto. Como no me interesa el fútbol, me dediqué a observar a la gente; que había de todos los niveles sociales y culturales era predecible; que se mezclaban edades no es ninguna sorpresa; que los había más educados y otros más energúmenos es lógico; y que lo que los unía a todos era la más absoluta ausencia de deseo de justicia y de razonamiento sensato es la constatación de la obviedad. Todos comentaban lo mal que jugaba el equipo que querían que ganara. Pregunté si el otro jugaba bien y me dijeron que sí. Entonces pregunté que si el otro jugaba bien y se lo merecía porqué no deseaban que ganara.

Creo que fue una suerte (para mí) que estuvieran demasiado ocupados en el partido y no tuvieran ganas de hablar conmigo. Pero me ha quedado ese desasosiego que me mordisquea el esófago cada vez que descubro una nueva señal de que el mundo es un lugar inhóspito. No me resulta fácil entender ese sentimiento de pertenencia a la tribu; en general, no me resulta fácil comprender las adhesiones incondicionales. No obstante, algunas me parecen bastante inocuas; pero me da miedo pensar qué pasaría si se aplicara ese deseo de que ganen los nuestros por encima de méritos y de justicia en el reparto de premios, por ejemplo (y vamos a partir de que no pasa), en las oposiciones a catedrático, en la adjudicación de plazas de cirujanos, en la convocatoria de bibliotecarios y en la selección de personal para cubrir las plazas de guarda de seguridad de un banco. Y si queremos que gane la mejor película y el mejor cirujano, ¿por qué no queremos que gane el mejor equipo o el atleta más esforzado y de más cualidades?

No sé si somos conscientes de que aquel caballeroso y elegante que gane el mejor no solo era una expresión de buenas maneras, sino el deseo de que la justicia se impusiera sobre la fortuna y de que se reconocieran los méritos de los más aptos; eso que la evolución y la selección natural resuelve sin alharacas. La irracionalidad de querer que los nuestros ganen solo porque son los nuestros es una especie de nepotismos social peligroso, que da mucho miedo cuando, además, se junta con un que se jodan y se pudran, dedicado a los que no son los nuestros; esos otros que, a veces, son más listos, más preparados y juegan mejor.

lunes, 10 de mayo de 2010

volcanes islandeses

¡Tantos planes! Tenía yo tantos planes. Escribiré esto para el blog, contestaré el correo de fulano, colgaré unas fotos, revisitaré una web,… Y trabajaré, claro. Pues no. Mi ordenador es mi Eyjafjalla particular (ya podríamos inventarnos un nombre sensato para ese volcán islandés). Infección total, agonía lenta, muerte, ligera resurrección (gracias a los buenos oficios de mi psicólogo de cabecera, ¡gracias!, que también ejerce de informático), que tiene la pinta de ser solo ese último aliento antes del desenlace definitivo.

Y trabajo los ratos que puedo y ando de ocupa por los ordenadores de amigos y vecinos, y ni pienso en el blog ni en las fotos ni en las crónicas ni en los correos debidos. ¡Será posible! Lo primero que he intentado rescatar, en un descuido de la bestia y en modo reparación de fallos, es la carpeta con toda la información de facturas recibidas y entregadas, como se acerca lo de la renta, necesitaré lo del año pasado; y si se me pierde la info de este año, ya verás; ¡Ah y lo del IVA! Cosas de autónomos.

Tenía varias temas de los que quería hablar y decir un par de cosas bien dichas, pero cuando un volcán islandés entra en erupción, el mundo se para. Será que somos un poco limitados.

PS: Una cosa sí quiero decir: cuando crees que el mundo se confabula contra ti y que al despertarte empieza la pesadilla, ¡Oh Gregor!, hay gente que te echa una mano y te ayuda a poner las cosas en su sitio en riguroso orden de importancia. Esos son los amigos. Los demás, conocidos y saludados, que diría Pla, prescindibles.

sábado, 24 de abril de 2010

De ciencia o de letras

Leo en un suplemento cultural la reseña de José Manuel Sánchez Ron (de hecho, sus reseñas son de las pocas que leo porque no me parecen publicidad) sobre el libro Física para futuros presidentes. El crítico parte de que no es posible tomar decisiones en el mundo actual sin saber física. Cierto, hay que saber de energía nuclear, circulación general atmosférica, rayos y ondas de todo tipo, dinámica de fluidos y unas cuantas cosas más para adoptar medidas no solo de gestión sino, también de gobierno.

No es lo mismo gestionar que gobernar, aunque la mayoría de los gobernantes (de los políticos) actuales se conformen con la primera tarea. Piensan que con rodearse de buenos técnicos (el primo de Rajoy que sabía de cambio climático) y dejándose asesorar ya están salvados y pueden tomar decisiones. Siempre me ha inquietado que un montón de personas (presidentes de países) firmen acuerdos sobre cómo detener un virus sin saber qué es un virus o sobre protección medioambiental sin entender cómo funciona una red trófica. Así que me parece buena idea que los gobernantes lean un libro (divulgativo y de cuatrocientas páginas) sobre física; me gustaría que también leyeran uno de ecología (no de ecologismo), uno de matemáticas, uno de química, uno de farmacología, uno de geología, algo de microbiología y de genética…

Leo también que las multinacionales de la alimentación intentan presionar a los médicos para que recomienden sus alimentos funcionales (los que además de alimentar se supone que proporcionan salud, como si no fuera eso lo que tiene que hacer todo alimento) en competencia con eso buitres que se ven en los ambulatorios, dispuestos a obsequiar a nuestros médicos con viajes y estancias en hoteles de lujo (en forma de congresos) a cambio de que nos prescriban sus fármacos, sin que nosotros recibamos (ni exijamos) explicaciones (no doctrina) sobre la necesidad de tomarlos.

Así que ya puestos, sería conveniente que los ciudadanos también leyeran sobre ciencia. He visto pocas actitudes más paletas que eso de decir «es que yo soy de letras» para desentenderse de todo conocimiento científico y desinteresarse de… todo; porque cómo funciona la vida y el mundo (con todos los artilugios y fenómenos que usamos) lo explica la ciencia (quizá la literatura enseñe a vivir, pero no explica la vida). Y sin embargo, muchas personas no tienen ningún interés en entender esos menajes publicitarios sobre alimentos que obran maravillas en su cuerpo, detergentes que hacen cosas sobrenaturales y cremas que contienen sustancias y moléculas prodigiosas; ni cómo puede ser que un volcán bloquee (o no) un continente, por qué hay países que parecen condenados a que el destino los machaque a terremotos, a qué se debe esa manía de ir a pescar a Somalia (y porqué la alteración del fondo del mar que provocan las redes de arrastre lleva a la desaparición de los peces) y que no es posible dedicar la selva a cultivos después de talar los árboles.

La fama de cenutrios siempre la ha tenido la gente de ciencias, pero lo cierto es que casi todas las personas que yo conozco de ciencias tiene una cultura notable (leen, van a exposiciones y a conciertos, ven películas, saben algo de historia, viajan…) y, desde luego, no presumen de no saber nada de letras. Será porque entender cómo se duplica el ADN y que dependemos de que estén bien situadas esas míseras cuatros bases nitrogenadas da un baño de realidad y humildad que aleja de las grandilocuencias (algún científico pedante también conozco). Sí, es muy conveniente que los gobernantes aprendan algo de ciencia; y más aún que se apliquen los gobernados, para no ser manipulados por magos y alquimistas de esos que atesoran conocimientos vetados a los mortales. Por eso y porque hay que ser muy inculto para no considerar que la ciencia es cultura. Es difícil dejar de ser un patán sin conocer el segundo principio de la termodinámica, aunque te hayas leído todo Proust, todo Schopenhauer y entiendas a Joyce.

jueves, 22 de abril de 2010

Más noticias de Somalia

Seguramente el problema es que yo estoy obsesionada, pero hoy he visto esta noticia Somalia y no estoy segura de que la haya visto nadie más. La ministra pide permiso al Parlamento para mandar unos soldados a entrenar al ejercito somalí y el Parlamento, e incluso sus compañeros de Gobierno, pasan de ella, de la propuesta y de todo, en plan bueno, vale, que no se diga que no hacenos nada por ese país que ¿dónde dices que está?.
No es mi ideal de solidaridad, pero entiendo que, tal vez, reforzar el Estado y sus instituticones es una manera de echarles una mano a los somalíes, a ver si no les dan por todas partes. Y no soy tan ingenua como para pensar que vayamos a ayudarlos más ni mejor. Quizá sería eficaz hacer un grupo en Facebook que se llame Señoras que se preocupan de Somalia y de otros africanos.
¡Vaya mierda de políticos, de medios de comunicación, de país, de sociedad y de mundo!

sábado, 17 de abril de 2010

Noticias de Somalia


En Somalia han prohibido la música. Ha sido el grupo ash-Shabab, que controla por la fuerza, por el terror, e investidos de la autoridad que les confieren las armas y, según dicen, el mismísimo Dios; claro que eso, Dios solo se lo ha dicho a ellos. En las emisoras de radio contraladas por el Gobierno (¿el Gobierno?) no se aplica, pero sí para las que están bajo el ojo vigilante de ash-Shabab; en estas, para rellenar huecos usan sonidos de disparos y de coches, ambos, por lo visto, muy sagrados e islámicos, como todo buen musulmán sabe. Porque resulta que prohibir la música responde a un supuesto precepto islámico y al respeto coránico.

A mí me gustaría encontrarme con un miembro de ash-Shabab, Corán en mano, para que me mostrara la azora de donde ha extraído semejante majadería. NI siquiera es original, solo ha copiado lo que se hizo en Irán y en Afganistán, con fracaso absoluto (con la prohibición, la parabólicas empezaron a adornar las azoteas iraníes; en las casas, las teles estaban sintonizadas permanentemente con emisoras libanesas de vídeos musicales con muchachas hipermaquilladas que movían las caderas al ritmo machacón y simple de melodías orientales). Porque un enorme problema en muchos países de mayoría islámica es que sus ciudadanos-fieles no son capaces de leer y entender los textos fundacionales de su religión y, por lo tanto, de juzgar, analizar y discutir la manipulación que sus dirigentes les imponen, unas veces por interés y otras porque son tan ignorantes como aquellos a los que dirigen.

Pero, religiones aparte, el asunto es que los somalíes están sometidos a un régimen de terror, además de al hambre, la guerra y la miseria, circunstancias todas ellas que son de todo menos nuevas. A mí se me ocurre convocar a la solidaridad con los ciudadanos somalíes, pero con la fama que los precede, no va a tener mucho éxito; además, siendo como son negros, musulmanes, africanos y pobres, no creo que  nos importe si cantan y bailan, ni siquiera si les cortan el cuello. Para que un somalí aparezca en los periódicos europeos tiene que secuestrar un barco nuestro, que aquí tenemos cosas importantes de las que ocuparnos: aeropuertos cerrados, estatutos y partidos de fútbol; perspicaz, incisiva y moderna que es la prensa.

domingo, 28 de marzo de 2010

Tormentas

Creo que me hubiera gustado ser navegante; pero me he dado cuenta ya muy mayor. Además, creo que me hubiera gustado ser navegante medieval por el Índico. Pero quizá estoy condicionada porque ando echando una ojeada a un tal Ahmad ibn Majid (1432-1500), que no solo navegaba sino que escribía sobre navegación Si no ando errada, solo se ha traducido, al inglés, una de sus obras, con el título de Arab navigation in the Indian ocean before the coming of the portuguese, aunque, el título original viene a ser algo así como Tratado de las utilidades acerca de los fundamentos y las normas del mar. En él, domina el asunto de los rumbos y los vientos, e incluye calendarios de los monzones y de posiciones de las estrellas, sobre todo la Polar (que le servían para mantener la latitud), medidas por un ingenioso sistema). Con todo, a mí, lo que más me impresiona es que escribió un poema de ¡ochocientos cinco versos! (llamado la Sufaliya, y bien es cierto que en uno de los metros más simples de la poesía árabe) para relatar su viaje de Gujarat a Sofala. Hoy escribiría un blog, supongo, y sería fascinante.

El mar es una promesa infinita de aventuras y descubrimientos (aunque, probablemente, luego tiene poco de ensoñación y mucho de tormentas y de tormentos); solo el desierto está a su altura.


Pocas imágenes sugieren mejor la idea de libertad que la embocadura de un puerto. «Por ahí empiezas a ir a donde quieras» parece decir. Es el principio de cualquier cosa. Ahí todavía no hay límites, por el contrario, todas las barreras han quedado atrás. Al mismo tiempo, pero en sentido contrario, pocas imágenes acogen como la embocadura de un puerto. «Ven, que aquí encontrarás lo que buscas y lo que no esperabas» se oye al acercarse. No puede ser casualidad esa forma de brazos abiertos pero ya abrazando.

Claro que eso deja de ser cierto en el puerto de Yafá (Jaffa, Jafo, y otras variantes), donde la libertad no es ni un recuerdo, sobre todo para los árabes, a los que vuelven a darles sopas con honda y a amenazarlos (no será solo una amenaza) con nuevos asentamientos, para chinchar más, en Jerusalén Este. Esa cosa llamada comunidad internacional le ha dicho al Gobierno israelí que no son asentamientos legales, y Netanyahu, desde que lo oyó no ha parado de reírse. Con razón; por definición, ningún asentamiento de los colonos lo es, pero eso no ha sido nunca un problema.

Se ha estrenado una película, Ajami; dirigida a cuatro manos por un director palestino y otos israelí, que cuenta la durísima vida de ese barrio (Ajami) de Yafá. Yo no me he atrevido a verla, todavía. Quizá es una buena opción para el Viernes de Dolores y para no olvidar qué pasa y dónde pasa.


PS: Por cierto que empieza a haber nuevas formas de ver y contar las noticias. En Periodismo Humano, por ejemplo, en vez de hablar de tantos palestinos muertos, dan los nombres; quizá sea el primer paso necesario para recordar que los palestinos son personas, no objetos históricos o a algo así.

domingo, 14 de marzo de 2010

Santas sin peana, heroínas sin estatua

El primer día que entré en la universidad, además de estar impresionada por un edificio antiguo de techos altísimos y pasillos en los que resonaban los pasos, me sentía cohibida y, al mismo tiempo, emocionada. Cierto que yo llegaba desde una pequeña ciudad en la que la universidad era casi un lugar mítico al que iban unos pocos privilegiados (con más inteligencia y con más dinero que los demás); cierto también que, con apenas diecisiete años, yo veía en ese lugar una promesa de horizontes abiertos casi infinitos; y todo eso, a pesar de que mis dos hermanos ya habían cursado sendas carreras (y uno de ellos daba clase en la facultad a la que yo acudía), que ante mis ojos había un montón de gente normal, que a los profesores (a muchos) ya se los trataba de tú y que por los pasillos circulaban tantas mujeres como hombres. Y aun así, yo estaba sobrecogida y emocionada.
Así que no puedo imaginarme cómo se sintieron Concepción Arenal, María Elena Maseras y Dolores Aleu, cuya historia cuenta el rector de la Carlos III en El País. La primera tiene alguna calle, pero las otras dos son muy poco conocidas, y la universidad de Barcelona, que tuvo el honor de tenerlas como alumnas (más o menos clandestinas), no les ha dedicado ni un aula (que yo sepa). Su vida no se estudia en ninguna parte ni sus historias se cuentan en televisión (se dedican a vidas interesantes e historias edificantes de señoras cuyo mérito es haberse casado con un señor famoso, ¡qué derroche de modernidad!). Esas fueron las pioneras, auténticas heroínas sociales (ser héroe en una guerra es mucho más fácil porque todo lo propicia). Pero las siguieron muchas otras, a partir de ese 8 de marzo de 1910 en el que el ministro de Instrucción Pública, el conde de Romanones (que nadie se confunda, era de todo menos bueno: montó la guerra de Marruecos para hacerse rico con la explotación de minerales e hizo pasar el ferrocarril en Guadalajara por tierras de su familia para sacarse un pasta con la expropiación, y ya sé que ambos hechos parecen sacados de noticias recientes) firmó la orden que autorizaba a las mujeres a matricularse en todas las instituciones docentes.
Al-Tahtawi fue un imán egipcio que Muhammad Alí mandó en 1826 con estudiantes a París para que actuara de asesor espiritual. Lejos de reducir su trabajo a esa función, se fijó en todo y llegó a unas cuantas conclusiones, que reflejó en un libro (no traducido al español) y en un intenso trabajo de propuestas pedagógicas que desarrolló ya a su vuelta a Egipto. Una de sus ideas fundamentales era que había que educar a las mujeres. No es que fuera un feminista desaforado y reivindicara derechos, sino que, decía, la mujer que estudia no pierde el tiempo en chorradas (andar cotilleando con las vecinas) y que, por otra parte, las mujeres eran (¿son?) quienes más influencia tenían en los hijos, de manera que su educación era una inversión de futuro imprescindible para un país. Y el mundo le da la razón: los países avanzan cuando sus mujeres se educan, adquieren cultura y derechos, y participan de la vida económica y social; por no hablar de situaciones realmente difíciles, en las que son las mujeres las que dan el callo para salir de la ruina (comprobado que tiene más coraje para iniciar proyectos y cumplen mejor la devolución de los créditos). Es importante entender que de que las mujeres estudien y tengan todo tipo de derechos se beneficia toda la sociedad (y no necesariamente ellas que, en primar instancia, asumen los derechos y no pierden ninguna de las obligaciones anteriores).
No conozco los nombres de las primeras (y la segundas y las terceras) mujeres que se matricularon en las universidades españolas ya con pleno derecho; derecho, sí, pero costumbre no, así que me imagino que la mayoría de ellas tuvo que pasar por discusiones y presiones familiares, por gestos sociales de desprecio, cuando no por el insulto. Desde muy pequeña, oí a mi madre decir que yo tenía que estudiar, para no depender de nadie, porque un hombre sin estudios podía ganarse bien la vida, pero una mujer, no (entonces todavía no había mujeres en profesiones cualificadas). Así que yo, que tan fácil lo tuve todo, siento un enorme agradecimiento por aquellas mujeres que se matricularon en la universidad hace cien años. Sus nombres merecerían ser materia de estudio, o, por lo menos, estar inscritos en una placa en cada una de las universidades españolas.

lunes, 8 de marzo de 2010

Los nuestros y los otros

Anoche hubo un terremoto en Turquía. No hemos mandado equipos de rescate que saquen niños que nos despierten las ganas de adoptar ni bomberos que conceden a una anciana los años que le correpondan y que la tectónicas de placas iba a arrebatarle. No se han abierto cuentas corrientes ni se han organizado maratones solidarios. Ningún artista se ha prestado para hacer un concierto ni se han acuñado camisetas que recen lemas solidarios.

Y eso que los turcos son europeos (al menos hasta Estambul), y que Turquía está más cerca que Haití y Chile. Pero no parece que este terremoto despierte actitudes solidarias y generosas. Los medios no retransmiten la última hora  (los periódicos dan la noticia de agencias) ni buscan turcos que vivan aquí (sea lo que sea aquí) para que nos expliquen cómo era su pueblo antes del desastre.

¡Ah! que las provincias a las que ha afectado están la parte asiática. ¡Ah! que no hablan francés ni inglés ni español! ¡Ah! que no rezan en iglesias! ¡Ah que no hay españoles/europeos viviendo en esos pueblos destruidos! Debe de ser la naturaleza humana lo que hace que nos preocupen más los nuestros que los otros. ¡Qué mala puta la naturaleza humana! O quizá sea porque el terremoto se ha producido al mismo tiempo que otros asuntos más importantes, como que nieva en Barcelona y se han repartido los Óscares, que es un asunto que atañe a los humanos mucho más que el sufrimiento de los turcos, como todo el mundo sabe.