domingo, 27 de diciembre de 2009

Hacia el portal de Belén


Un año más, lo de llegar a Belén está muy jodido. Claro que los turistas cristianos pasan sin problemas, van a su misa, reciben bendiciones de todo tipo, compran unos recuerdos y se vuelven a sus muy cristianos y occidentales pavos y turrones.

Mientras, en Belén, como en toda Cisjordania y toda Gaza, una vergüenza moderna en forma de muro, cuando presumimos de haber tirado los antiguos, confina y condena a la enfermad, la miseria y la muerte a los palestinos. Y si todo falla, que nadie se preocupe, ahí está el ejército israelí para ametrallar y bomardear al que quede en pie. Ayer seis más, tres en Nablús y tres en Gaza.

Dicen que las fuerzas (de ocupación) israelíes sufren mucha presión. Cierto. El Kadima, en la oposición, presiona para que el Gobierno israelí sea todavía más duro. Claro que la jefa del Kadima, partido en la oposición, Tzipi Livni, ha tenido que suspender un viaje a Londres porque se la persigue internacionalmente como criminal de guerra.

Es una lástima que a los palestinos les haya dado por vivir en Palestina, porque estropean lo que podía ser una performance estupenda que representara el cuentecito ese de un niño que nace entre una burra y un buey; luego crece y lo que parecía una historia angelical, se convierte en una o de las primeros narraciones gores de la historia; y sí, acaba mal: no se queda con la chica y encima se lo cargan. Para arreglarlo, el narrador se inventó un final inverosímil en plan y no estaba muerto, no no.

Así que los seguidores de esa historia tan fraternal andan celebrando el cumpleaños del niño. Claro que entre Feliz Navidad y Feliz Navidad, intercalan un no al aborto y un Gobierno asesino. De Israel, ni mu; los muy fariseos. Más les valía darse una vuelta por Belén, pero como pastores palestinos; Rouco y González Camino también necesitan cambiar mitra y casulla por el zurrón y las sandalias que dicen que llevaba su jefe e inspirador, allí, entre muros y soldados israelíes, a ver si aprenden el verdadero significado de palabras que tanto usan, como opresión, acoso y asesinato.

PS: El mundo occidental parece no querer entender que mientras los palestinos sufran miseria y humillación, el mundo árabe no estará en paz y los musulmanes se sentirán agredidos. No hay un solo musulmán en el mundo que no sienta las agresiones contra los palestinos como propias.
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lunes, 21 de diciembre de 2009

La decencia según Rodin

Nos han traído a Barcelona unas esculturas de Rodin. Voy  a verlas y, la vuelta, desempolvo mi cuaderno de París; no por nostalgia, sino por constatar que la mirada cambia. Me encuentro, nada más abrir el cuaderno, con una cita de Mutis: «Cada día somos otro, pero siempre olvidamos que igual sucede con nuestros semejantes. En esto tal vez consista lo que los hombres llaman soledad».  Y ya me arrepiento de haberlo abierto; esto no acabará bien.  Llego a Rodin. Parece ser que fui porque estaba en la lista de los museos que tenía que ver; de semejante muestra de ignorancia y estupidez no me acordaba. Pero resultó que me quedé patidifusa  (estupendo adjetivo) y se me ocurrieron palabras como veneración, sensualidad, ensueños, terrores dolor,  vida. Y resulta que andaba yo leyendo las Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero, los dietarios de Sánchez Ostiz y Cesare Pavese, y que volví varias veces al museo Rodin, y… es mejor no abrir los cuadernos de hace tanto tiempo.

Allí las esculturas grandes estaban en el jardín. Aquí, la Obra Social de La Caixa las ha puesto en la Rambla de Cataluña. Yo creo que ha habido algún majadero que ha pensado que como la mayoría de las esculturas pertenecen al grupo denominado Los burgueses de Calais, pues que debían ir a zona burguesa, y ¡toma! en una calle en la que, en invierno, apenas da el sol y las esculturas se ven mates, atosigadas por las sombras de los edificios, y siempre de fondo, un semáforo, coches aparcados, entidades bancarias y perfumerías de mucho copete adornadas con los muy horteras y previsibles motivos navideños; ¡ah! y la gente cargada de paquetes, claro. Es decir, nada que ver con la idea de Rodin, invocada en los paneles informativos, de que su escultura estuviera en la calle, entre la gente.  Por otra parte, las esculturas que yo vi (y lo confirmo revolviendo cajones hasta encontrar las fotos), especialmente  las de los burgueses de Calais, tenían esa capa verde del bronce que da pátina de tiempo y vida. Las esculturas expuestas son de un negro bruñido; así que o las han limpiado o no son las del museo.  Existen doce copias elaboradas por la técnica del vaciado a partir del los moldes de Rodin, y supongo que muchas más por otras técnicas.

Y a pesar de todo eso, impresionan y conmueven. Rodin era un genio (otra cosa es que fuera un hijoputa que martirizó y eclipsó a Camille Claudel todo lo que quiso y un poco más, hasta apoderarse de parte de su trabajo). Las esculturas de los burgueses (habitantes del burgo) de Calais cuentan con una fuerza sobrecogedora la historia de aquellos seis hombres.  Solo que Rodin, por más de una razón y con su genialidad estilística y expresiva, los representó en círculo, con posiciones muy concretas, y es esa composición y la dirección de sus miradas una de las claves de la fuerza y una de las metáforas de de la historia de esos hombres. Pero La Caixa ha decidido colocarlas como para verlas al decuido mientras se salta de tienda en tienda, para que alegren el paseo navideño de los burgueses de aquí, sin más explicación de la historia ni del significado.

En septiembre de 1346. Eduardo III de Inglaterra asediaba el puerto francés de Calais. Un mes después y tras intentar varias soluciones comunitarias y comunales, el alcalde propuso a los sitiadores entregar la ciudad si dejaba libres a sus  ciudadanos. El inglés se negó, ¡le iban a poner condiciones a él! Sus propios hombres le hicieron ver que ya estaba bien y aceptó ceder pero dando un último golpe de autoridad: exigió que seis notables de la ciudad se humillaran ante él, sin más vestimenta que una camisa, con una soga al cuello y las llaves de la ciudad en la mano.

Ante la desolación de los habitantes convocados por el alcalde, Eustache de Saint-Pierre, uno de los vecinos más ricos de la ciudad, fue el primer en ofrecerse. Lo siguieron Jean d'Aire, Jean de Vienne, Jacques y Pierre de Wissant y Andrieu d'Andres. Se presentaron ante el rey inglés, el muy miserable ni la cuerda para ahorcarlos quería poner. Los caballeros británicos intercedieron conmovidos por la nobleza de los seis burgueses de Calais, y hasta la reina intervino. A Eduardo III, ante el desprecio de los suyos, no le quedó más remedio que liberarlos.

Así que la escultura de los burgueses de Calais cuentan la historia épica de un pueblo, personificada en seis de sus ciudadanos, que piensan en la sociedad, en sus vecinos, en los demás, sin afán de heroísmo ni asomo de testosterona gilipollas, y eso en el siglo xiv, cuando todavía no se llevaba la ilustración ni el marxismo ni la solidaridad; es decir, solo por decencia.  Y esa palabra, en la semana en que la cumbre de Copenhague se ha resumido en fracaso y codicia, expresa todo su significado: Dignidad en los actos y en las palabras, conforme al estado o calidad de las personas.

PS1: El mismo día que yo ando pensando en Rodin y en los burgueses De Calais, me hacen pensar en Guzmán el Bueno, y me doy cuenta de que su hazaña es casi contemporánea de los hechos de Calais. Pues si hay que elegir héroes nacionales, yo me pido los de Calais.
PS2: El pensador todavía queda más ridículo entre coches y paquetes de regalo; aun así, siempre es un placer y una sugerencia observarlo.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

El olvido mata


Médicos sin fronteras lanzan una campaña cuyo lema es demoledor: «Enfermedad del olvido. La padecemos aquí, la sufren allí», y nos enseñan un mapa desgarrador, aunque no sorprendente. ¿Dónde están los enfermos olvidados? ¿Por (no tener) qué ridícula cantidad de dinero muere alguien?

Aquí nos sobra todo. Pues con una ínfima parte de lo que nos sobre, y sin movernos de casa, hay gente que puede vivir
  

domingo, 13 de diciembre de 2009

Desvergüenza patológica

Blair está enfermo, muy enfermo. Creo que las unidades psiquiátricas de todos los hospitales británicos deberían aunar esfuerzos para curarlo. Incluso todos los psiquiatras europeos, habida cuenta que ese desvergonzado criminal anda en misiones de paz en nombre de todos nosostros, ¡hay que joderse con el sarcasmo!

Después de haber satisfecho su egocentrismo y su soberbia y de haber ganado una cantidad nada despreciable de pasta, podía estarse callado; esperar que se sienta culpable de asesinato y se arrepienta de su estupidez y su maldad es demasiado pedir. El miserable mal bicho da una entrevista en la que dice que no se arrepiente de nada y que no cambiaría ninguna de sus decisiones, pero que admite que debió buscar otra razón para invadir Irak que aquella patraña de las armas de destrucción masiva. También dice que la fe (cristiana) le dio fuerzas para tomar esa decisión en la soledad del poder.

Para soledad la de los ochenta y seis muertos y ciento cincuenta y nueve heridos de anteayer. Sí anteayer, 12 de diciembre de 2009, y escribo la fecha completa por si alguien no recuerda que la guerra civil, que sufren los iraquíes desde la invasión del país en 2003, sigue viva. El 25 de octubre en otra serie de coches bomba murieron, al menos ciento cincuenta y cinco personas y hubo alrededor de 500 heridos; y en agosto… y en junio…

No, no es cuestión de números. Es cuestión de vergüenza. De lo que valen los muertos, las víctimas de las humillaciones, los heridos y los condenados a sufrir según donde estén. Y de sentir, al menos, dolor por la ignominia, y hasta un poco de culpa, que todos chupamos petróleo. Y de no olvidar, y de no aburrirnos del dolor ajeno y lejano.

Pero todo eso no va con Blair. En la crisis de Gaza de diciembre de 2008, Blair era enviado europeo par a Oriente Próximo (aunque el nombre del cargo no lo mencione, se supone que lo envían para buscar una solución que conduzca a la paz) pero decidió que debía pasar las navidades con su familia en Londres y asistir a la inauguración de una tienda de Armani; ¡y va a importarle lo que hizo en 2003! Es lo que tiene la desvergüenza crónica y aguda.

PS: Los adjetivos que adjudico a Blair son aplicables a Bush y Aznar, y aquel Durao Barroso que asomaba la patita en las Azores y ahora preside la Comisión Europea sin atisbo de rubor suyo... ni de ningún europeo, por lo que parece.
Después de escribir esta entrada veo que Ramón Lobo habla de lo mismo con menos rabia y mas argumentación.

domingo, 6 de diciembre de 2009

 
Calle de los besos, en Barcelona. Hay rincones en esta ciudad que resarcen de las horteras luces navideñas.
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sábado, 5 de diciembre de 2009

Lo que se (des)aprende leyendo

Pablo Giomi ha ganado la fase española del Concurso Hispanoamericano de Ortografía, que no es poco. Ha ganado a otros muchachos de diecisiete y dieciocho años, pero habría derrotado a muchos adultos cuya profesión exige que escriban mucho: escritores, redactores, publicistas, periodistas, maestros, etc. Y no, el muchacho no quiere ser escritor. Pablo quiere estudiar Ingeniería Química y se le pasa por la cabeza dedicarse en algún momento a la política, ya que le preocupa la situación de su país, Argentina, y su actual derrota (en el sentido marinero) peronista. Para hacer más rico y complejo ese entramado de ciencias y letras, y completar su singularidad, práctica la esgrima, deporte al que se dedican personas (estadísticamente) raras.

Así que Pablo es uno de esos jóvenes —que cuando sean adultos dirigirán el mundo donde viviremos los que ya seremos ancianos— que no sale en los periódicos por conducir sin carnet ni por grabar palizas con el móvil ni por hacer botellón salvaje, que no gritan ni insultan a sus padres ni se pasan el día en el messenger hablando de banalidades… No, todos los jóvenes no son iguales; una obviedad, ya que no todos los adultos somos iguales, y no parece probable que nos diferenciemos de repente a partir de los veinte años.

Parece que lo que ha determinado la destreza de Pablo con el vocabulario es la lectura. Lee desde muy pequeño y confiesa que aunque quedaría mejor decir que el primer libro que lo entusiasmó fue El Quijote, fue Harry Potter. Siempre se ha dicho que a escribir (y a hablar) se aprende leyendo, pero tal como salen los textos publicados hoy en día la cosa se pone difícil. Si en los best-seller, esos libros que leen millones de lectores, hay faltas de ortografía, si los periodistas no distinguen entre deber y deber de y si los profesores confunde escuchar con oír, es difícil que los chavales aprendan ortografía, sintaxis y cualquier disciplina relacionada con la lengua.

Las editoriales y los medios de comunicación son empresas, sí, pero, ¿desde cuándo ganar dinero exige tratar mal la materia prima que proporciona las ganancias? La prensa escrita empieza a pensar en cobrar por sus contenidos en Internet. Hay artículos y periodistas que no quiero leerlos ni que me paguen a mí; primero que invierten en aprender a escribir. Y los editores ya andan pidiendo que se castigue a quien, en el futuro, se descargue los libros; esos que nos venden a veinticinco euros a pesar de que están llenos de taras en forma de anacolutos y solecismos.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Islam, islams

En Suiza han votado a favor de prohibir los alminares de las mezquitas.La medida es inteligente de cojones (digo por contraposicion a inteligente de cerebro): prohibir los alminares es la solución para acabar con el terrorismo islamista ¿Cómo no se le había ocurrido antes a nadie? Aquí algunos (que nunca fueron a Suiza de inmigrantes y no aguantaron el desprecio de los muy neutrales suizos, esos europeos que viven de tapar las vergonzosas fugas de capital de dictadores africanos y ricachones españoles) proponen hacer lo mismo ¿Y destruimos la Giralda o qué?

Shabana Chohdry es mujer, pakistaní y musulmana, y prefiere los valores de aquí para su hija; no se sabe si piensa eso por mujer, por pakistaní o por musulmana.

Hay otros musulmanes que prefieren definirse por una manera de ver la sociedad, la democrática , pero esos nunca salen en lo periódicos, ni en los de aquí ni en los de allá, salvo algún intento raro de contar cosas, importantes, que pasan, aunque no sean escandalosas.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Somalia, África

«Al no disponer de uniformes suficientes, las fuerzas que apoyan al Gobierno de transición de Somalia utilizan otros signos para reconocerse en combate; en este caso, gorras con el escudo del Chelsea». Lo cuenta un estupendo reportaje que parece hoy en el Magazine de La Vanguardia. También cuenta que la marina de ese ¿país? no tiene barcos porque se los robaron.

En Somalia se sucede una guerra civil desde hace dieciocho años (la de aquí duró tres años y todavía nos duele). Un millón y medio de personas desplazadas. Los muertos no los cuentan. Un ¿Gobierno? amenazado por al-Shabab (franquicia de al-Qaeda, cuyo nombre significa Los muchachos) y también por Hizbulá. Todos los días son atacados hospitales, escuelas y el centro de las ciudades importantes. La mortalidad infantil es del 116,3 ‰. La esperanza de vida, 48,2 años. El analfabetismo, del 50,3 % en hombres y 74,4 % en mujeres. Hay más datos, fáciles de encontrar en Internet. Ya se sabe que el mundo es pequeño y podemos conocerlo entero sin levantarnos de la silla; si quisiéramos conocerlo, claro. Si quisiéramos saber que los somalíes son pobres, muy pobres, y sin esperanza de dejar de serlo y, a pesar de todo, morir y matar por nada, y sufrir.

El almirante jefe somalí dice que con el 10% del dinero que la comunidad internacional da a la fuerza multinacional pueden acabar con los piratas, mejor que esos buques internacionales que nada saben de los somalíes. Quizá sí, o a lo mejor no. Nos da lo mismo, porque lo único que nos interesa de Somalia —mientras no descubramos petróleo, diamantes, coltam o cosas parecidas— es que cría piratas; que nos atacan y nos humillan.

Y yo me muero de ganas de ver sus desiertos y sus manglares, y el verde del Índico en el golfo de Adén; y de leer, mejor aún, oír la poesía oral que siempre se ha cultivado; y de observar sus barcas de pesca, y saber si sus marineros van al atún y cómo; y de saber algo más del tormento de muchas de sus mujeres, sometidas al castigo y la vejación; y sobre los jóvenes reclutados y entrenados en campos militares de Kenia para luego devolverlos a su país a luchar en alguno de los bandos, no importa mucho en cuál. Los atunes somalíes me interesan menos.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Hombres infames

El corolario de Nombres ilustres es que otorgar indulgencia plenaria para las corruptelas ajenas (grandes o pequeñas, no es posible ser bastante honrado o corromperse un poco) es un síntoma —preocupante— de por qué lado de la conciencia andamos. Ese no me parece grave lo que hace Fulano es un yo haría lo mismo; y lo mismo es la corruptela, el engaño, el saltarse la norma y estar dispuesto a quedarse con lo que no nos pertenece, o con lo que no nos toca, o un apaño en la declaración de la renta, o una factura sin IVA, o colarnos en una cola; todas esas menudencias de los que decimos que, total, no hacen daño a nadie. Y sí, sí hacen, porque hay perjudicados directos y porque caer en la indignidad nos priva de todo derecho a reclamar que otros rindan cuentas por la suya. La diferencia entre el que afana mucho y el que solo engaña un poco suele ser de oportunidad. ¿O es que alguien de los de poco ha previsto cuál será la línea que no cruzará, cuando poco pasará a ser mucho? No, no es cuestión de cantidad.

Claro que se trata de millets, bartomeus y prenafetas; y también del primo de uno que conocemos de la oficina. Pero la verdadera tragedia de esa manera de hacer y ver la cosas está en aquellos Estados donde casi se convierte en la Constitución. Ocurre en muchos países africanos. El presidente es un sátrapa de primera magnitud, los ministros se llevan prebendas de empresas extranjeras y por sus manos pasa la ayuda internacional, los funcionarios provinciales algo reciben, el policía de calle saca lo que puede, el tipo de la aduana se hace con un poco de aquí y un poco de allá, y uno que anda por la calle y conoce al del puesto de policía, en cuanto tiene una oportunidad le pide a uno que tiene una tienda la mordida de rigor para no chivarse de nosequé o protegerlo de algo porque tiene un primo que conoce a alguien. Por supuesto, al final hay millones de personas que no tienen ninguna posibilidad de guindar nada de ningún sitio, sino que son, siempre los guindados.

El resultado es que la riqueza del país, poca o mucha, y las ayudas internacionales, rinden una ínfima parte de lo que podría. Solo así se entiende que en países como el Congo (ambos Congos) o Camerún, donde la naturaleza, por sí sola, proporciona riquezas extraordinarias, la pobreza —la miseria, para ser precisos— sea general, crónica y casi irremediable. Y es irremediable porque la consecuencia peor de ese estado de las cosas es la miseria moral. Parece ser que la naturaleza humana (la parte más natural de nosotros mismos) nos lleva a poder prescindir con bastante facilidad de la ética y a aprovecharnos de los demás sin mucho dolor ontológico. Para eso se inventaron las religiones, para instaurar normas morales que hieran posible la convivencia (bien es cierto que se cumplen so pena de infierno y dioses justicieros). Luego se inventaron las leyes, que imponen normas éticas , esta vez so pena de azotes, muerte, cárcel, etc., según la época, la zona del mundo y el régimen político. El escollo último siempre son los más poderosos. En el caso de los gobernantes africanos, solo los países europeos, que los ponen y quitan, apoyan o desprecian, subvencionan o constriñen, pueden no solo sancionar su conducta sino también no permitirles disfrutar de sus fortunas en nuestros cómodos paraísos, fiscales y sociales.

Sería una buena tarea pedagógica para los habitantes de esos países, y también un rasgo de dignidad para nosotros, que nos cubrimos de mierda cada vez que damos cobijo algún asesino y ladrón dictador, o le permitimos que venga a tratarse sus enfermedades en hospitales de lujo (¡qué fácil es para algunos africanos obtener un visado y pasar el tiempo que quiera en Europa!), o hacemos la vista gorda al origen del dinero con el que compra propiedades por aquí.

PS: Transparency International es una ONG (con delegación en España) dedicada a la lucha contra la corrupción política. Entre otras cosa, ha denunciado judicialmente en Europa a algunos presidentes africanos corruptos. Como a menudo esos presidentes tiene relaciones muy estrechas y negocios con Francia e Inglaterra (de los que son ex colonias), es en esos países donde se presenta la denuncia; cuando los denunciados buscan su paraíso europeo, encuentran, entre otros, España, como ocurrió en mayo de este año con el presidente de Gabón.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Nombres ilustres

Entre tanta indignación, a veces me entero de historias que da gusto contar; o reproducir, porque la que motiva esta entrada va a continuación tal cual me la contó Javier Romero Martinengo, hijo de uno de los protagonistas de la historia, el escritor Luis Romero; y como me la narró por escrito, copio y pego sus palabras:

… otro anarquista, Cipriano Mera. Mis padres fueron a visitarlo a París, a finales de los sesenta, y los recibió en una casa muy humilde, donde cocinaba con un
réchaud à alcohol y se calentaba con una mínima estufita. Trabajaba de albañil, y seguía con sus ideales anarquistas. Al parecer, habían pasado por sus manos importantes tesoros, y nunca usó ni un céntimo para él. Preguntado por mi padre sobre todo ello, su respuesta fue algo así como: «La conciencia, Romero, la conciencia».

Yo no había oído hablar de Cipriano Mera, pero no he dejado pasar esta oportunidad para buscar su biografía en Internet, claro. Con solo googlear su nombre se encuentra mucha información, incluso sobre una película documental reciente (Vivir de pie. Las guerras de Cipriano Mera, Valentí Figueres, 2009) y cuyo tráiler puede verse en you Tube. Lo primero que me llama la atención de la entrada correspondiente de la Wikipedia es que su ocupación era albañil y militar. Eso significa que era albañil, y que cuando se topó con la Guerra Civil, decidió que debía defender lo que pensaba por medios militares. En historias bélicas no me meteré.

Lo que me conmueve es ese «La conciencia, Romero, la conciencia», esa manifestación de honradez, de convencimiento acerca de lo que hay que hacer; ese mantenerse incorruptible, no porque no se tenga ocasión de corromperse, sino porque se ha decidido ser de una manera y vivir de acuerdo con ella, sople el aire que sople. Hay mucha gente que es así, seguro; de otro modo, no parece probable que todavía existiera la humanidad. Pero sus nombres no salen en los periódicos, ni los recuerda nadie aunque hayan tenido actitudes heroica (como Mera y tantos otros). Sin embargo, todos sabemos quiénes son Millet, Julián Muñoz, Lluis Prenafeta, Bartomeu Muñoz y unos cuantos más; los sabemos, afortunadamente, porque eso significa que los han pillado.

No estoy hablando de una cuestión política, sino de la naturaleza humana, de cómo, por qué, cuándo y quién decide ser honrado o no, de a quién elegimos como modelo, no teórico sino para hacer nosotros todos los días lo que hicieron, de por dónde tiraríamos si tuviéramos la oportunidad, sin más juez que la conciencia, de corrompernos, de engañar, quedarnos lo que no es nuestro, aprovecharnos de los demás.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Chorizos

En una conferencia sobre la culpa, Félix Pantoja, fiscal del tribunal supremo, expone una postura extraordinaria, en todas las acepciones de la palabra:  poco frecuente y estupenda. La idea consiste en utilizar herramientas como la satisfacción de la víctima en vez la cárcel, por varias razones. En muchos delitos, la víctima sale mejor librada si se la compensa de alguna manera que si el delincuente va la cárcel. Para quien debe pagar por su culpa, es más ejemplarizante hacer algo relacionado con su delito que simplemente estar encerrado (ya hemos comprobado más de lo necesario que la cárcel no rehabilita ni reinserta). Asimismo, para el Estado (nosotros) es más barato. Así que salimos ganando todos, la víctima, el delincuente y la sociedad.

Me viene a la cabeza la idea a la vista de corruptos varios en posiciones de mucho privilegio y poder. Para quien se haya llevado un céntimo a cambio de permitir, hacer, promover, aguantar, esconder o intervenir de cualquier manera en una corrupción urbanística, sugiero que se le aplique la compensación de la víctima. Es decir, que tenga que pagar la hipoteca de las personas que han comprado un piso en aquella urbanizacion o edificio en la que hubo corrupción Y, además, pico y pala, a construir pisos para albergar a todos los que están sin vivienda en su localidad.  Así hasta recompensar el montante afanado a razón de jornales de 50 euros.

Nada de mandarlos a la cárcel. Ya está bien de pagarles pensión completa, aunque sea en celda compartida. Por una vez en su vida, ¡que curren!

miércoles, 28 de octubre de 2009

Malos tiempos para el periodismo

Ha muerto Soitu. No descansemos en paz.

No digo que fuera el mejor periódico del mundo ni que todos los artículos fueran excelentes, pero eran otras voces, distintas; quiero pensar que independientes. La diversidad de contenidos que albergaba ya era refrescante, como también lo era el estilo de la gente que escribía. Daba la sensación de que se preocupaban un poco por escribir bien, y eso, a la vista de los anacolutos, solecismos y otras violentaciones del lenguaje de la prensa, no es poco. Mas que nada es que Soitu parecía respetar al lector — al ciudadano—, lo que reconciliaba un poco con los medios.

Ahora toca buscar y rescatar las firmas habituales en otros sitios, hallar nuevos blogs, esperar que Soitu resucite... y seguir aburriéndose con el esfuerzo de leer entre líneas y buscando información buena y bien expresada entre ese marasmo de personas (periodistas es mucho) que quieren colarse en las circunvoluciones de nuestros cerebros y dejarlas bien estiradas y planchadas.

jueves, 22 de octubre de 2009

Tinta electrónica -1-

Cuando un lector (una persona) va a comprar un libro no tiene que precisar si quiere que se lo hayan corregido siguiendo el diccionario de dudas de tal o cual autor ni si prefiere los pronombres demostrativos con tilde o sin ella. Tampoco hay que decidir, ni saber, el gramaje adecuado del papel. Nadie te pregunta si prefieres una tipografía de palo seco o con serifas. Para el lector (la persona) no tiene importancia si se ha trabajado con CTP o con fotolitos. Ni siquiera el autor tiene que saber qué son las sangres o si se va a maquetar en Quark o en Indesign, si pasará una de estilo en pantalla y dos ortotipos en papel o con una habrá suficiente (no es suficiente pero se ahorran unos míseros euros que se gastarán en markéting).

Pero hay que ser renacentista de la técnica. El autor, el lector (persona), el crítico literario, el profesor de literatura y hasta el padre, de profesión alfarero o comercial de cremalleras, deben conocer los entresijos del lector (aparato) o e-reader, o e-book, o.... Que si el kindle-sorpresa, el de Sony o el nook de Barnes & Noble; que digo yo que ni Barnes ni Noble saben cómo se hace una tortilla de patata ni quién es Paquirrín, así que no veo porque mi primo tiene que saber que Barnes & Noble es una librería cool de lo más.Y no pongo las cursivas de este párrafo porque sería un no parar.

Es decir, que hay que saber de lo tuyo y de lo demás, porque si no, eres un analfabeto tecnológico, que es una forma de clasismo como otra cualquiera. No hay persona (ni humana ni extraterrestre) que pueda saber de todo ni estar al día de lo último en iríders, o ibuks (voy a empezar yo, que la RAE seguro que espera a que no haya remedio), por no hablar de la tedeté, el Windows7, la pedeá, el áipod y el güifi.

Sí, el mundo ha cambiado y hay que adaptarse, pero todas las evoluciones, hasta ahora, incluso la biológica, o precisamente empezando por ella, funcionan porque cuanto mayores son las prestaciones (permítaseme) más exclusiva y minoritaria es la especialización (ahora podría hablar del nicho ecológico, de especies generalistas y de otros asuntos, pero no creo que nadie tenga que ser un entendido en la materia). Se supone que la tecnología tiene que hacernos la vida más fácil. Si vamos a volvernos locos estudiando todos los días avances de anteayer que mañana ya estarán superados, si no vamos a ser capaces de analizar ni decidir porque la terminología y la avalancha de información nos supera, entonces hemos hecho muy mal negocio. Y si todo eso sirve, fundamentalmente, para obnubilarnos, acomplejarnos y vendernos la moto, entonces para este viaje no hacían falta alforjas, que el despotismo iustrado es del XVIII. Dicho de otra manera, ser renancentista en el Renacimiento tenía mérito, pero era posible; a finales de 2009 querría ver yo a Leonardo.

Yo salí el otro día a comprarme un televisor y volví a casa sin aparato y mosqueada con incultos (había que oírlos hablar) vendedores prepotentes. Lo del libro electrónico me parece un gran hallazgo y me hace ilusión, pero temo ese momento en que un vendedor me hable de bits, conexiones, pantallas y megas cuando yo le pregunte si puedo comprar en versión electrónica la excelente Memoria de una ciudad, de Abderrahmán Munif, o cualquier libro de Miguel Sánchez-Ostiz.

Porque, mal que le pese a quien sea, el lector soy yo, no el aparato, y lo que quiero, sobre todo, son buenos libros, y que quien lo tenga por oficio se ocupe de que esté bien escrito, bien editado, bien corregido, bien diseñado, bien maquetado, bien imprimido o bien digitalizado, bien distribuido, bien vendido,... De leerlo bien y con gusto me encargo yo, que además tengo un trabajo y una vida de los que ocuparme.

viernes, 16 de octubre de 2009

Guerra

Por seguir con jinetes del Apocalipsis, digo. Resulta que en los últimos diez meses, España ha subido dos posiciones en la lista de potencias armamentísticas mundiales. Pero Gervasio Sánchez lo dice mejor en su blog y lo ilustra con esas sobrecogedoras fotos que hace de seres hermosos maltratados por la vida. Habrá quien vea una señal de prosperidad en aumentar el PIB, pero a mí, así, me da vergüenza, y rabia.

Más rabia. Esta la cuenta Joan Marcet en el estupendo blog que escribe desde Marruecos. Aviso que la foto produce horror, al principio, y una tremenda desolación, después. Una mujer quemada por su marido, por no atender a sus órdenes. Pero Marcet habla también de un movimiento de mujeres marroquíes que no se resignan. Yo me he emocionado de ver la foto de esas mujeres manifestándose llenas de coraje.

Entre tanta rabia, reconcilia con el mundo que haya periodistas decentes, como Gervasio y Joan, que ejercen su oficio con dignidad. Yo les agradezco que me hagan pensar en algo más que indignidades garbanzeras y maquiavelos locales.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Hambre

Según la ONU, ya hay más de mil millones de personas que pasan hambre.Lo publica 20 Minutos, pero en los periódicos importante, los que crean opinión, la persona más relevante del día es un tipejo que lleva un reloj de seis mil euros, no ninguna persona de esos mil millones. ¡Qué lástima que el hambre no sea rotativa!, como la presidencia de las comunidades de vecinos.

Cerca, tenemos gente que pasa hambre. Entre el dolor y la rabia, se puede hacer algo. El Banc d'Aliments (93 346 44 04) organiza una recogida de comida. Tan fácil como llevar arroz, pasta, legumbres, aceite o conservas a alguno de los puntos de recogida entre el 13 y el 17 de octubre o comprar vales de contribución a la campaña en los supermercados que participan (hay que pinchar en puntos de recogida).

¡Ah! y aunque se acabe esta campaña no se acaba la gente que pasa hambre. Que no  se acabe el dolor y la rabia.

viernes, 9 de octubre de 2009

Hacerse el sueco

A mí me gusta Obama, de verdad, me tomaría unas copas con él y, quizá, algo más, pero el Nobel de la paz... Yo, que no soy la persona más prudente del mundo, hubiera esperado un poco. Claro que los señores de los Nobel han debido de estudiar el mismo curso de miembro de comité que los olímpicos; ¿o es que alguien sabe cuáles son los criterios, el funcionamiento, quién los nombra...?

Que la candidatura se presentara pocos días después de salir elegido (es decir, que se preparó antes de ser elegido) no me hace pensar en una maniobra política, noooo. Pero si el premio es porque tiene intención de que el mundo sea mejor no van a tener metal bastante en Suecia para acuñar la medalllita. ¡Anda que no conozco gente que con las mismas intenciones! Pero ya se sabe que de buenas intenciones esta el infierno lleno.

No puede ser por falta de candidatos porque había doscientos cinco, entre ellos ¡Oh cielos!  Sarkozy y Berlusconi. También había en la lista personas que llevan años (y quiero decir veinte o treinta años) dejándose la piel por la paz, sufriendo represión, persecución, cárcel, aguantando vejaciones y fracasos, volviendo a intentar la paz una y otra vez, y, a menudo, obteniendo logros, a veces pequeños, pero siempre mayores que los del muy cool presidente de los Estados Unidos. Claro que son africanos, asiáticos y sudamericanos, salen muy poco en la tele y no cuentan a las agencias de noticias todos lo pasos de sus hijos y de su perro. Por eso no sabemos quiénes son ni lo que hacen, por eso y porque somos unos paletos.

El premio vale lo que vale. Entre los que lo tienen están Kissinger (instigador de asesinatos y crueldades infinitas impunes para la eternidad) y Al Gore, al que se lo dieron por lo que dice que hay que hacer, ahora que no es más que un conferenciante carísimo, y no por lo que hizo (nada) cuando era el vicepresidente del país más poderoso del mundo.

Ojalá sea un crédito bien empleado y lo devuelva con intereses (cierre de Guantánamo y de las cárceles secreta en Europa, pacificación de la región de Afganistán-Pakistán, Oriente Próximo, Irán,...) y más pronto que tarde.

Ahora, al que le tienen que dar ya un premio de lo que sea es al que le lleva a Obama eso del marketing ¡qué tío!

jueves, 8 de octubre de 2009

Valientes

Hay una persona, por lo menos, que trabaja en la Generalitat que o es Juan Sinmiedo o es el tonto del bote.

Ayer, por la tarde. Suena el teléfono y un señor muy amable me dice su nombre y la empresa para la que trabaja, Me pregunta si me importa que me haga una encuesta. Le pregunto para quién es. «Para la Generalitat», ¡¡¡¡¡CHAn CHAN CHAN CHAN!!!!!

Con un par, ¡sí señor! Apenas tres días después de que haya salido en los periódicos que la Generalitat hiciera un encuesta para saber si los niños reconocían el rostro de la Consellera de Sanitat, el tío, sin temblarle al voz, me dice que si quiero participar en una encuesta para la Generalitat. 

Yo, atónita, respondí un escueto «No». Y él «¿No?». Y yo «No». Y colgué. Ahora me arrepiento, porque el tema y las preguntas de la encuesta igual era una pieza cómica de primera magnitud. ¿Habrán encargado un estudio para saber qué pensamos de que la Generalitat encargue estudios estúpidos?

miércoles, 7 de octubre de 2009

Democracia farmacológica

Vi una entrevista con Teresa Forcades en el programa Singulars (en este enlace se puede ver el programa íntegro), de TV3. Me lo encontré zapeando y casi me lo pierdo, porque vi la toca y yo soy alérgica a toda manifestación religiosa. No me gusta que lo primero que me dice alguien, con su ropa o sus aditamentos, sea en qué tiene fe; yo soy más partidaria del por sus obras los conoceréis, frase que tiene dueño, mira qué paradoja,cercano a la toca en cuestión.

Pero me llamó la atención la vehemencia de aquella mujer, y que oí la palabra medicina o salud o algo así. El caso es que aquella mujer, además de monja, es doctora en Salud Pública, especialista en Medicina Interna (Univ. Nueva York), doctora en Teología; Master of Divinity (Univ. Harvard) —¡qué cosas hacen en Harvard!— , y autora, entre otros libros de uno que tiene el poco conciliador y menos ambiguo título de Los crímenes de las grandes compañías farmacéuticas, que se puede descargar (en catalán y en castellano) en la web de la editorial Cristianisme i Justícia; y que el nombre de la editorial no lleve a juicios apresurados, ni sobre este libro ni sobre otros; para mí que les pesa más la justica que ninguna otra cosa.

De aquella entrevista, a mí me quedó la convicción (razonada y razonable, nada que ver con la fe) de que Teresa Forcades es una persona inteligente, valiente, perseverante, comprometida y militante con la salud y el bienestar de las personas y, por ello, razonable y sensata en la apuesta por medidas que tengan esa salud por objetivo y no se rigan ni por condicionantes ideológicos ni, por supuesto, por intereses económicos; además es mujer y monja, y no sé si ambas condiciones tiene que ver con todo lo demás que es y con lo que hace.

Hoy, en El Periódico publica una entrevista con Teresa Forcades, doctora en Salud Pública (ya sé que me repito) en la que explica porqué el tratamiento que se le está dando a la gripe A es absurdo, y no evita acusar a las farmacéuticas y a los políticos de sacudirse la responsabilidad y trabajar por sus intereses (no por la salud).

Yo ya no pensaba vacunarme, por un razonamiento un poco simple: si todo el hemisferio sur ha pasado el invierno sin vacuna y sin grandes desastres, ni en términos absolutos ni en relativos (otro día hablamos de las infecciones intestinales por no tener agua potable, la malaria, etc.), creo que yo podré pasar con caldos, zumos, y antitérmicos y analgésicos genéricos. Pero es que, además, hay que ver cómo canta esto a que viene el lobo, que viene el lobo, o dicho de otra manera, cómprenme, oh Gobiernos cobardes y ciudadanos aprensivos, unas vacunas y unos tamifluses, que este año tengo la cuenta de resultados un poco delicada; y acuérdense de que las empresillas estas las dirigimos gente con muchos contactos en todas partes. Como bien sabe El jardinero fiel.

Para lo que de verdad es buena la vacuna de la gripe A y los antigripales hiperespecializados de última generación es para la salud de la farmacéuticas; para la nuestra, igual hay que recordar aquello de con medicación siete días y sin medicamentos, una semana.

sábado, 3 de octubre de 2009

Lo que se cocía en Copenhage

No sé si Obama defendió bien en Copenhage la candidatura de Chicago, pero si algo hizo mal, hay que disculparlo. Resulta que tenía en la cabeza otro asuntillo; nada, una fruslería, que no salió ayer en ningún periódico, telediario o tertulia política. Sale hoy en El País; resumida, la noticia es que Obama le ordenó a su jefe militar en Afganistán que acudiera con urgencia y emergencia a Copenhagen para ordenarle que no vaya por ahí diciendo que lo que se necesitan son más tropas para dar más caña.

Stanley McCrystal, el general en cuestión, es partidario de la consigna romana Si quieres la paz, prepara la guerra, y no para de decir y de escribir que hay que mandar más tropas. Obama, que no se sabe muy bien de que ideología es partidario pero no quiere pasar a la historia por llevar la misma política exterior que Bush, le tiene dicho que, mientras se lo piensa, no le manda más soldados, y, de paso, ahorra. Los republicanos, a los que les pirra la guerra (y la pasta que ganan muchos de ellos), le pagan los folios al general para que largue y no pare en informes en plan centurión romano.

A mí me parece (y podría hacer un repaso por la historia para argumentarlo) que los tanques no han conseguido nunca pacificar una región ni reunificar un país ni desarrollar una sociedad. Eliminar la pobreza (que siempre disminuye la corrupción) y aumentar la cultura (que lleva a relativizar los dogmas), sí.

Tanto oír hablar del valor del deporte para unir países y continentes, la fraternidad que despiertan las olimpiadas y el desarrollo que supone para un país celebrar unos juegos olímpicos me ha dado una idea que le regalo a Obama; le servirá para darle un toque original a su política exterior. Para el 2016 no llegan ya, pero yo creo que hay que preparar la candidatura de Kabul 2020, y la de Bagdad para el mundial de fútbol de 2018.

jueves, 1 de octubre de 2009

Mujer atropellada en la Jonquera

El 19 de septiembre murió atropellada una mujer. La prensa se hizo eco de la noticia. Es fácil encontrarla en Internet; basta poner en el buscador las palabras prostituta atropellada Jonquera, que aparecían en el titulares de la noticia de la mayoría de los medios de comunicación (excepto alguno raro, como soitu.es, entre cuyos méritos está enlazar con el blog de Gervasio Sánchez, otro de esos periodistas de pluma y cámara inteligente y ética admirable).

Así que la mayoría de los periodistas nos contaron que era prostituta, que era nigeriana, que trabaja en el putiferio de La Jonquera y que no tenía papeles (y por eso cruzó la carretera sin mirar y corriendo huyendo de la policía). Hoy, en La Vanguardia, en una sección llamada Colaboran, y que consiste en "la actualidad vista por los lectores", la presidenta de la Cruz Roja en Girona nos cuenta que la mujer que murió en La Jonquera atropellada —por un tipo que salió huyendo— se llamaba Ivie, tenía veintiún años, había llegado desde Nigeria, ejercía la prostitución y participaba en un taller formativo de la Cruz Roja porque quería buscar otro trabajo. Una historia vital, una persona que era, como todas, algo más que la profesión que ejercía.

A mí me interesaban esos datos, pero los periodistas buenos, eso que trabajan en los medios grandes, no los consideraron importantes. Quizá estoy paranoica, pero lo cierto es que me da rabia que solo me contaran que era prostituta y nigeriana, y me da rabia porque me parece que me manipulaban y creo que no era casualidad que ese tratamiento de la noticia coincidiera con las que ¿informaban? de que prostitutas nigerianas ejecicían su trabajo en la vía pública y acosaban a la gente en Barcelona.

La democracia pasa por la opinión, y para formarse una opinión hay que tener información. Va a ser fácil opinar que las prostitutas son desalmadas, tontas, agresivas, incívicas, peseteras... y si son nigerianas, ¡ni te cuento!, muy diferentes de, por ejemplo, los consejeros delegados de bancos nacidos en Bilbao (o en cualquier otro sitio).

PS La vida y el nombre de Ivie me interesarían lo mismo, o más, si no hubiera seguido ningún curso de nada o no hubiera querido cambiar de trabajo; y también si hubiera nacido en Groenlandia o en Burgos.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Por nuestro bien

Leo en El País que en 2050 habrá 25 millones de niños malnutridos por el cambio climático y que si se invirtieran 7.000 millones de dolares anuales en adaptación de la agricultura, se evitaría esa vergüenza.
Seguro que José Ignacio Goirigolzarri y Francisco González no lo saben, porque si estuvieran al tanto harían algo, para evitar la molestia de que esos muertos de hambre (la mayoría de Asia y África) vengan por aquí a molestar. Para quien no lo conozca, Goririgolzarri es un señor al que prejubilan en el BBVA (ese que en vez de prestar dinero a gente agobiada por salvar un negocio, promociona y financia cosas como Operación triunfo y la liga de fútbol, todo muy social). Una situación dura por la que pasa mucha gente, sí, pero que se hace más llevadera si te pagan una pensión de tres millones de euros/año (o algo más o algo menos, da igual, sobrepasa en mucho la decencia).  Y no, a los muchos millones que se lleva en concepto de bonus, jubilación, premio al más especulador o me-río-de-la-crisis, a ese parné no le han aumentado la presión fiscal.

Al mismo tiempo, la UE decide que va a hacer que los MP3 salgan de fábrica con el volumen limitado, para protegernos de lo que podemos hacernos a nosotros mismos, ya que somos tontos y nos hacemos daño. El día que se decidan a limitar los sueldos y las ventajas de los ejecutivos, los beneficios derivados de actividades especulativas u opacas, las plusvalías de empresas que explotan trabajadores, la velocidad de los coches, la concentración del capital, los abusos de las compañías aéreas, la emisión de dióxidos de carbono (de verdad), la música en establecimientos públicos, es decir, esas cosas que nos hacen daño pero no podemos contralar. El volumen del MP3 ya lo controlaré yo.

Mientras la UE se decide, los clientes del BBVA pueden regular la contribución de ese banco a paliar la malnutrición depende de sus clientes: cierren la cuenta. El problema es dónde abrirla.

PS: Hay algunas opciones de banca ética (como el banco Triodos) para no participar tanto en esa ignomia que es la banca (especulación, inversiones asesinas, desfalcos, opacidad, control de gobiernos y países, por no hablar de cómo nos tratan a los clientes pequeños). Eso de los microcréditos que vemos que se hace en otros lugares está a nuestro alcance.

martes, 29 de septiembre de 2009

Uno de los nuestros

En un país europeo la policía han detenido a un señor acusado de drogar y violar a una menor de trece años, y perseguido por escapar de la justicia de Estados Unidos que pretendía castigar ese delito dese 1978. ¡Bravo! diríamos, un pedofilo a la trena. Ah, no, espera, que es Roman Polanski, artista.

Lo escribe mucho mejor Enric González en su columna. Yo solo quiero tener aquí escritos los nombres de personajes, artistas, intelectuales, ellos, que creen que la pedofilia es menos graves según quien ataca al menor, ya que hasta ahora se han relacionado con Polanski sin estremecerse ni un poco. Y ahora, que lo trincan, se ponen estupendos y dicen eso de ¡no hay derecho! en un arranque de corporativismo vergonzante. Y algunos añaden (el ministro de Cultura de Francia) que no tiene sentido detenerlo porque es una historia antigua; ni me quiero imaginar que opina este señor de la memoria histórica. Claro que su compañero de gabinete encargado de Exteriores dice que el asunto no le resulta simpático porque se trata de un personaje famoso de talento reconocido. Si yo fuera francesa, me preocuparía: el señor ministro piensa que si tienes problemas pero no te conocce nadie, que te den.

Aquí van algunos nombres de los tipejos que creen que es indignante que se detenga a un pedofilo : Debra Winger, Bernard-Henri Lévy, Milan Kundera, Pedro Almodóvar, Constantin Costa-Gavras, Bertrand Tavernier, Ettore Scola, Giuseppe Tornatore, Alejandro González Iñárritu, Julian Schnabel y Wim Wenders, Bernard Kouchner, Frédéric Mitterrand, entre otros.

Ninguno dice que no haya que perseguir y castigar a quien abuse de un menor, así que hay que colegir que lo que proponen es que para los famosos (porque gente con talento pero a la que nadie conoce hay mucha) o ricos no rigen ni leyes ni normas sociales.  Debe de ser la versión moderna del derecho de pernada.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Con el lirio en la mano

En Barcelona hay prostitución y drogas. Como lo oyen (leen). No me recupero de la sorpresa. ¡Cómo puede ser! En la ciudad de los chiringuitos de playa con aspecto (y precio) de restaurantes de lujo, de las fiestas políticamente correctas, de los zoológicos ecológicos y de los edificios bonitos al lado del mar, lo suyo es que en el Barrio Chino no haya ni putas ni camellos, que para eso lo llamamos Raval. ¡Vivan los oxímorones y los eufemismos! Quizá si llamáramos a las cosas por su nombre todo sería más claro.

Hace unas semanas, estalló el «escándalo» (las comillas indican cita literal) de la prostitución en mi ciudad. Lo destapó (la cursiva indica ironía, entre otras cosas) El País y con ellos se marcó unos tantos y, quizá, unas ventas. Así que hoy La Vanguardia se busca su hueco y destapa que hay tráfico de drogas —¡Qué me dices!— con un titular que ya anuncia el tono: «La droga manda en Ciutat Vella». Si no pasara todos los días, y muchas noches, por el barrio, después de estas semanas no se me ocurriría poner un pie por debajo de la Gran Vía.

Cada uno se escandaliza con lo que quiere, pero hay asuntos sobre los que el fariseísmo es ridículo, o malintencionado. Porque la noticia no es que en el centro de Barcelona hay putas y camellos. La noticia, si la hubiera, y el escándalo sería que hasta ahora los medios, las administraciones y los políticos no lo sabían ¡venga ya! o no les preocupaba ¡ya les vale! El paso siguiente es peor: los escandalizados empiezan a proponer cómo acabar con las drogas y con la prostitución, y las propuestas son imaginativas y novedosas (no voy a llenar el post de cursivas, a buen entendedor...): más presencia policial, mayor dotación de medios a las fuerzas de seguridad, multas, endurecimientos del código penal... Bien, porque como todo eso nunca se le había ocurrido a nadie ni se ha aplicado, seguro que será la medida definitiva para acabar con los «problemas».

El problema no es que haya putas y camellos; el problema es que se ven. A estas alturas de la historia y del conocimiento de la naturaleza humana, si alguien cree que puede hacer desaparecer la prostitución y el consumo de drogas es que es más tonto (o más manipulador y fariseo) de lo que parece. Si vamos a preocuparnos de los problemas de verdad, hablemos de las condiciones sanitarias de las prostitutas, de las mafias, de los chulos, de los drogadictos que no saben lo que compran, de camellos callejeros que reciben las palizas de los camellos gordos por un quitamé allá esa esquina, de hombres inmigrantes que viven sin sus mujeres y buscan prostitutas, las más baratas y clandestinas... Porque si se trata de impedir el comercio del sexo y de sustancias ilegales igual es más eficaz patrullar por encima de la Diagonal; en algunas calles y clubes que mucha gente conoce (y algunos, que tienen el dinero suficiente, frecuentan), hay más comercio sexual y circula más droga que en toda Ciutat Vella.

Holanda, que no es un paradigma de sociedad desmadrada —hasta monarquía tienen— se inventó un modelo de gestionar ambas cosas, drogas y prostitución, que, lejos de hacer de Amsterdam una ciudad degradada, ha conseguido disminuir la delincuencia, las molestias a los vecinos y la degradación de la ciudad. Quizá podríamos probar ese modelo. La legalización y regularización parece tener algunas ventajas: neutralizar las mafias, asegurar condiciones dignas para los trabajadores, mantener la seguridad y la limpieza en el barrio, tranquilidad y seguridad para los clientes, evitar el blanqueo de dinero, ingresos en Hacienda y en la Seguridad Social. Nada, minucias.

No se ha detectado tráfico de morcilla en las esquinas del Chino (perdón, quería decir del Raval) ni que los plomeros vendan sus servicios en los porches de la Boquería por la noche, pero si prohibimos la morcilla e ilegalizamos la fontanería, en menos de una semana podemos destapar un escándalo, rasgarnos las vestiduras, publicar un reportaje crudo con fotografías hiperrealistas, y pedir más policía en la calle y que los fontaneros y la morcilla aparezcan en el Código Penal.

Ps: Si hay que prohibir la prostitución porque provoca degradación (Rubalcaba dixit), prohibamos los ERE, los sueldos de 800 euros, las jornadas laborales de quince horas... calla, a ver si estoy dando ideas de más y prohibiremos los pobres, los parados, los hipotecados, los sin techo, por su bien, para que no estén humillados por prácticas denigrantes.

domingo, 27 de septiembre de 2009

¡Huy qué despiste!

Que Soledad Gallego-Díaz es una periodista excelente es sabido. Además tiene una mirada perspicaz, que hoy ha visto esa sutil perversión de los discursos aceptados y nunca discutidos.

Resulta que estamos buscando un Mr. Europa, y como estará de ramplón el panorama, que pasamos revista a ver quién es el menos malo de los peores (he imaginado por un momento que Tony Blair sea el presidente de todos los europeos y se me han puesto los pelos como escarpias; capaz de declararle la guerra a Mongolia, que la capacidad mortífera de las gayatas de los pastores nómadas es para asustar). Claro que hay algunas opciones que no solo no son de las malas, sino que son, incluso, un poco buenas.

Pero yo no lo argumentaría mejor que la periodista. Léanlo. Parece mentira que no nos hayamos dado cuenta. ¿O algunos sí se habían dado cuenta?

Porque... de que los ciudadanos europeos elijamos nuestro presidente, nada ¿no? Pues a mí esto de la democracia de tercera o cuarta mano empieza a parecerme poco democrático.

PS: Para que conste, no creo que ser mujer tenga que ser uno de los criterios en la distribución de ayudas a la creación cinematográfica.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Me ha entrado un leísmo en el ojo

Tengo por costumbre ir registrando por escrito lo que veo cuando viajo. A veces, a la vuelta, con todo ello armo un relato del viaje, entre la crónica y la descripción. Escribir ese relato me sirve para reflexionar con algo de tiempo y mucha distancia entre lo visto y yo. Además, les paso el relato a algunos amigos y conocidos que dicen que les gusta leerlo. Pero la redacción se me hace muy cuesta arriba cuando algún buen escritor ha pasado por los mismos lugares y lo ha contado. Y eso es lo que me está pasando.

Estuve este verano en el Congo (en el Congo-Brazza, no en el Congo-Zaire, es decir, al oeste del río Congo), y me llevé, entre otros el libro Viaje al Congo, de André Gide. Y esa es la razón de que se me caiga la pluma de la mano, metáfora barata de que, literalmente, se me agarroten los dedos sobre el teclado cuando pienso en contar mi viaje. Hay personas tan brillantes que ni la actividad más banal —o incluso más reprobable — achata su existencia y su obra. Gide es uno de ellos (me acuerdo ahora de Pessoa, y de Einstein en otro ámbito). Sus descripciones son precisas y, al mismo tiempo, intensamente poéticas. Hay un acierto en los nombres de los colores y en la percepción de la luz que a ver quién se pone a contar cómo es la selva o el río.

Cierto que Gide habla de algunas circunstancias sociales, económicas y políticas que ya no existen; en esos casos, el libro sirve como crónica historica. El resto, cuando habla de paisajes, de etnias y de lenguas es un excelente relato de viajes, de esos en los que un viajero de mirada penetrante te cuenta lo que ha visto (y no sus penurias, sus heroicidades, sus aventuras y los peligros que le acecharon); una delicia.

Para quien pueda, mejor leerlo en francés. Hay una traducción, cierto, de editorial Península, colección Altaïr viajes, sellos ambos que, habida cuenta la trayectoria y la seriedad de sus proyectos, no deberían permitir que se arruine su reputación por ahorrarse el poco tiempo y el escaso dinero que les costaría respetar los pasos que todo profesional sabe que hay que dar para publicar un libro. Gide no no usaría el pronombre les en función de complemento directo; ni mucho menos escribiría una barbaridad como «delante nuestro». La traducción es floja; adolece de catalanismos en los que un trujamán profesional no debería caer; pero errar es humano y se te puede escapar un «hacemos la siesta». Insisto, todo el mundo se equivoca, de manera que es posible que el editor no haya visto esos detalles al revisar la traducción; ahora bien, no encargar dos (imprescindibles) o tres (aconsejables) correcciones sucesivas no es un error, es negligencia o no conocer el oficio que se ejerce. No es un capricho que, desde que recuerdan los más viejos editores —que ya lo vieron hacer a sus antecesores— todo libro pasara por tres correcciones, realizadas por correctores diferentes; y no se vayan a creer que en otros tiempos a los editores les gustaba perder tiempo y dinero, no: sabían y querían hacer bien los libros. La dejadez de no editar ni corregir implica un desprecio enorme por el lector, al que no le rebajan ni un céntimo (de un precio que no es bajo) por venderle una mercancía con tara.

Yo, a estas alturas, ya tengo el estómago lector muy delicado y no puedo con los alimentos en mal estado, así que no compro libros sin corregir; y si los compro sin darme cuenta, al primer leísmo, los devuelvo. Las autoridades deberían tomar cartas en el asunto, no sé si las que velan por la cultura o las que se preocupan por la salud. A mí los leísmos me alteran la flora intestinal más que un yogur caducado el siglo pasado y el delante nuestro casi me obliga ir a urgencias a pedir el antigripal ese de marca registrada al que parece que vamos a deber la vida. Por lo menos que se regule el etiquetado: «Este libro contiene solecismos, anacolutos, gerundios de continuidad, pleonasmos y barbarismos» y los alérgicos nos abstendremos de comprarlos.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Danzas, rezos e ignorancias

En las fiestas de la Mercè tienen lugar varias actividades relacionadas con Estambul, que me malicio que responden a un plan de marquéting de los actos como ciudad europea de la cultura en 2010, en el que Barcelona participa —en el plan, digo— a cambio de algún favor.

Una de las actividades es la actuación de derviches. No, no son jotas turcas, sino ceremonias de giro. Los giros forman parte —perdón por la simplificación— de técnicas con las que se busca la «disolución del yo», «la unión con el absoluto» la pérdida de la consciencia, en términos más físicos. Los derviches son sufíes, místicos musulmanes, en los que lo que domina es la ascesis, como en los místicos de cualquier religión. En la misma línea está la música qawwali, que ejecutó unos días antes un grupo (siento no recordar el nombre) paquistaní, en el que participan parientes del que fuera el mejor en esa disciplina, Nusrat Fateh Ali Khan.

Además de atender a la calidad musical de esas manifestaciones, me parece que es conveniente saber cuál es su origen, su finalidad, qué dicen y en qué piensan esas personas que están sobre el escenario. Por una parte, cierto respeto por las manifestaciones religiosas de los demás es bueno (y lo dice una atea confesa, militante y convencida de que la religión es el opio del pueblo, de muchos pueblos). Pero, además, se trata de evitar el ridículo de espectadores superenrollados bailando con aire de estar en la onda una canción cuya letra va repitiendo que Dios es grande. Vaya, como ponerse a bailar jotas al ritmo de gregoriano.

No es la primera vez; de hecho, es lo que ocurre casi siempre que se contrata algo árabo-musulmán. No se distingue bien entre los dos adjetivos de esa condición, no se entiende la lengua árabe (ni la persa ni la turco ni la amazig ni la urdu-hindi) y no se sabe casi nada del islam. Por supuesto que es el resultado del más inocente desconocimiento. Quizá quien decide que se veo eso y no otra cosa en un escenario debería pensar en explicar qué es lo que presenta; porque quiero pensar que quien toma la decisión (Ayuntamiento de Barcelona, pero podría ser cualquier otro) sabe de qué va el espectáculo, ¿no?

O quizá no. Basta echar un vistazo a la entrada derviche del diccionario de la RAE. Dice: «Entre los mahometanos, especie de monje». Después de la carcajada, me he puesto lívida, amoratada digo, de vergüenza ajena por la ignorancia y el poco rigor de quien haya escrito semejante definición.

La ignorancia es fantástica, porque es el primer paso para aprender. O lo que es lo mismo, ignorantes somos todos. Lo catastrófico es que no te importe serlo.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Periodismo y del bueno


Hay buenos escritores que trabajan con habilidad la actualidad. Hay buenos periodistas que se manejan bastante bien con las palabras. Luego están tipos como Enric González  y Josep Martí Gómez.

A Enric González lo sigo desde hace ya tiempo. Escribe en la página de televisión de El País y subido a esa gavia se mete en todas las camisas de once varas imaginables; buen gaviero, ve y anuncia escollos y puertos difíciles, y lo hace con ironía, a menudo, con sensibilidad y delicadeza, cuando los protagonistas o el asunto lo merecen, y con unas honduras que parecen imposibles en las escasas líneas de una columna diaria. Además, dejo de hacer cualquier cosa cuando charla, una vez por semana, con Josep Martí Gómez en un programa local (L'hora L) de Radio Barcelona-Cadena Ser. Ahí se juntan dos de los periodistas más brillantes, agudos, mordaces, precisos, rigurosos y decentes que tenemos. Los años los mejoran, claro, porque cuanto más se escribe, mejor se dominan las palabras; cuanto más se investiga la actualidad, más contactos se tienen, más recovecos se conocen y más se desarrolla el olfato para detectar manipulaciones, medias verdades y mentiras completas. Por si alguien no se ha dado cuenta, no he dicho que sean imparciales. No lo son. Son rojos perdidos, al menos lo parecen; condición que no impide ser objetivo y riguroso al analizar un acontecimiento o hablar sobre un político. A mí me gusta la gente de izquierdas —por si no se notaba— porque en mi muestreo vital la gente de izquierdas es más honrada, más justa y más leal que la de derechas. Me temo que se pretenda (y voy a dejar la frase construida como impersonal) arrinconar a Martí Gómez (¡vaya historias sabe ese hombre!) por viejo y a González por no ser la voz de su amo. Que sepan ambos que yo estoy dispuesta a pagar, y no poco, por pasar tardes enteras con ellos. Si alguien que lea esto los conoce, por favor que se lo diga, que con ese ataque de puritanismo disfrazado de progresía que nos ha dado  no creo que esté la cosa como para poner un anuncio en la sección de contactos.

A Ramón Lobo lo descubrí hace muy poco. Escribió una entrada en su blog, En la boca del lobo, a propósito de la prejubilación (y amortización del puesto, me temo) de dos correctores en El País, y el enlace corrió en el gremio. Resultó que Lobo es un excelente periodista y un muy buen escritor, que publica crónicas apasionantes y exquisitas, las últimas, desde Afganistán. Yo ya no sigo las páginas de internacional de los periódicos; todos hablan de los mismos lugares (¿Cuánto hace que no se publica una noticia sobre Chechenia? ¿Cómo acabó aquello de Osetia? ¿Ha desaparecido Darfur? ¿Cuántas veces ha salido Burkina Fasso en los periódicos? ¿Sabéis que en abril hubo elecciones presidenciales en Argelia y en julio en el Congo-Brazza?). Y cuando hablan de un lugar, lastimosamente, casi todos tiran de agencia y dicen los mismos tópicos y dan idénticos titulares simples y tirando a simplistas, y todo bastante mal escrito. Las crónicas de Ramón Lobo son otra cosa: mira a las personas, escruta la vida, sitúa el lugar, el momento y la historia, y encima, lo cuenta bien. No es el único periodista que lo hace, y vaya aquí mi admiración por gente como Olga Rodríguez y Jon Sistiaga, y por muchos otros cuyos nombres merecen ser desatacados y recordados, seguro, pero yo no conozco.

Así que, a partir de ahora me proclamo seguidora (no incondicional) del blog de Ramón Lobo, y seguiré a Josep Martí Gómez donde pueda y a Enric González en las columnas, a menos que tengan a bien escribir un blog o quedar conmigo de vez en cuando a tomar unas copas.

PS1 Descubro que Saramago ha escrito hace poco un panegírico de Ramón Lobo y Enric González. Espero que Saramago descubra pronto a Martí Gómez.
PS2 Josep Martí Gómez escribe cosas en La Lamentable.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Todo por la pasta

Vaya por delante que creo, sin ironías, que hay que pagar impuestos, incluso más de los que pagamos, y que hay que aumentarla presión fiscal sobre las rentas altas y sobre el patrimonio, para que quede claro de qué pie cojeo.


En primera página de La Vanguardia de hoy (y remitido por la Agencia Efe):
La vicepresidenta económica, Elena Salgado, ha asegurado hoy que el esfuerzo que el Ejecutivo pedirá a los ciudadanos -en referencia a la próxima subida de impuestos- "revertirá en ellos" porque generará más gasto social y nuevos impulsos económicos y garantizará el pago por desempleo.
Me quedo más tranquila al confirmar que el destino de los impuestos es el que se supone que debe ser: los ciudadanos. Lo que me preocupa es que la ministra piense que debe decirlo y resaltarlo. ¿Quizá en la mente de alguien estaba que los impuestos deben ir a otro sitio?

Visto lo visto, sí. Millet es un ejemplo, le sacó pasta a todo ciudadano bienpensante, mejor si eran de su misma cuerda católiconacionalista, o sea, gente como Dios manda, con el riñón forrado; pero también aflojaron la mosca todas las instituciones habidas y por haber. Cierto que Millet y su familia son ciudadanos, pero me da que el fundamento ideológico de pagar impuestos no es pagar las obras de su casa o sufragarle las vacaciones a algunos ciudadanos. Bueno, debió de ser un desajuste del sistema, que ya está en vías de reajustarse, sobre todo porque el muy católico Millet está arrepentido; de propósito de enmienda no ha dicho nada. Sobre la penitencia yo tengo más confianza en los juzgados que en Rouco.

Pero es que no gana una para disgustos. Luego me dicen que hay que controlar el cabreo.
La Generalitat admite incidencias en el 16% de los informes de 2007 que no necesitaban concurso. Un informe duda sobre la utilidad del 9,6% de los estudios analizados y considera que en un 3,3% de los casos el precio que se pagó no se ajustó al valor del documento.
A ver, que no soy antisistema, que creo que debe existir un Estado fuerte y que me parece que al propia Administración debe encontrar cómo regularse, pero hay días que me parece que no se aplican a la tarea. Esa misma Generalitat aplica un recargo del 40% en las matrícula universitaria por estudiar una segunda carrera. Dicen que quien ya tiene una licenciatura, si quiere cursar otra consume recursos públicos y priva a otra persona de usarlos y que se trata de racionalizar el gasto de unos recursos que son limitados. Por no entrar en otras posibilidades de ahorro y reparto de la pasta de todos que aportada vía impuestos revertirá en los ciudadanos. Bien es cierto que nunca han dicho en qué ciudadanos.

Así que nada de cabreos ni mal humor. Canalizad vuestra rabia en pensar cómo llegar a ser jefe del Palau o en presentaros conocer a alguien en la Administración que pueda encargaros algún estudio. Los impuestos siempre revierten en algún ciudadano.

PS La Generalitat descarta dimisiones y destituciones porque no ha habido nada ilegal en el asunto de lo informes inútiles. De una ilegalidad se deriva un juicio ( y si corresponde, carcel o multa). La dimisión y la destitución son consecuencia de ser incompetente, en el mejor de los casos, o un jeta, en el peor. Por ambas condiciones, en todas las empresas te echan sin contemplaciones; y cuando lo que gestionas es la pasta común, ¿no pasa nada? Esa pasta tenía dueños, nuestros nombres están en el censo y el de algunos, en Hacienda. Sabiendo que alguno de mis eurillo lo gestionará el que encargó el seguimiento de la almeja brillante o a tner bien registrada la opinión de los periodistas, ¡qué quieren que les diga!, el próximo IVA voy a pagarlo con menos alegría.

martes, 22 de septiembre de 2009

¿Con vistas al mar?

Vivo en un piso viejo, con balcones de madera, bonitos, casi señoriales, pero viejos; es decir, que cuando llueve me entra agua. La solución es poner unos nuevos también de madera (una pasta) o unos de aluminio, que aíslen del agua y del frío (eficiencia energética, etc.); una pasta, pero menos. El ayuntamiento de mi ciudad (Barcelona) no me deja porque hay que mantener la estética de ese patio interior de manzana.

Ese patio donde han construido un parque infantil, que creo que no estaba en el plan Cerdá, con unas luces de diseño del siglo XX, que mantienen encendidas toda la noche. Me quejé; del derroche energético y de que esa luz me da en el ojo por la noche, cuando antes dormía en la plácida oscuridad del patio de manzana y antes de quedarme dormida veía Orión y Sirio (en invierno, claro). Me han dicho que la luz está estudiada para no provocar contaminación lumínica ¡JA!, que la luz por la noche es muy barata y no hay derroche ¡toma concepto ecologista!, y que hay que mantener la luz encendida por si tienen que acudir los bomberos o los cuerpos de seguridad, que, por lo visto, no llevan una miserable linterna.

Es septiembre y llueve, así que vuelve a tocarme vigilar los cielos y, cuando amenaza chaparrón, poner unos tablones para que no me entre agua por los balcones. Nada de poner aluminio, ya que alterar el efecto estético planeado por Cerdà traumatizaría a los niños que van a jugar al parque infantil. Bien, todo sea por contribuir a que la visión de la ciudad sea perfectamente uniforme y artificialmente perfecta: ni balcones de aluminio ni putas en la calle (esas que hasta hace una semana nadie sabía que existían, otro tema). Los edificios modernos y cool son otra cosa. Primero fueron las torres Mapfre, luego el World Trade Center (ni para inventarse un nombre que no estuviera ya usado les alcanzó la imaginación), luego la torre Agbar. Lo último ha sido el hotel-vela, que no es que se llame Vela, sino que tiene forma de vela, dice el Ayuntamiento ufano, de tan prodigiosa idea: una vela al lado del mar; que digo yo que un barco mejor que un hotel (se lo he oído comentar con mucha sorna al excelente periodista Enric González, cuya columna Cosa de dos, en El País, siempre es un placer temático y formal).
 

Todos esos edificios, además de albergar y simbolizar el capital más tradicional y rancio, la especulación inmobiliaria y bursátil, las relaciones laborales deshumanizadas y explotadoras (ya sé que suena antiguo y tirando a rojo), y el modelo económico ese que ya no es sostenible (pero no vamos a tocar que hay que ver cómo les rinde a algunos), esos edificios, digo, tiene algo en común: que los han puesto en medio. Cada vez que me doy a dar un paseo por la "fachada marítima" me dan ganas de gritar ¡Aparta de ahí!

Así que yo no puedo alterar el efecto estético del patio de manzana con unos balcones, pero el Ayuntamiento puede modificar y eliminar todo el efecto estético del mar cuando bien le parece metiendo entre los ojos de los ciudadanos y la visión del agua y del cielo quince o veinte pisos de cemento, hierro y cristal. ¡Hay que joderse!

Voy a comprarme un póster de una playa del Caribe. Lo colgaré en la misma habitación de los balcones viejos, así cuando el agua me llegue a los tobillos me parecerá que no solo veo la playa sino que la tengo en casa.

lunes, 21 de septiembre de 2009

El principio de Arquímedes

Todo cuerpo sumergido en el agua experimenta un empuje hacia arriba igual al peso del volumen del agua que desaloja. Con algunas variaciones, esa es la formulación del principio de Arquímedes, que traducido al román paladino quiere decir que por mucho que intentes sumergir algo que quieres que desaparezca, si es lo bastante grande, flota y se ve. Los gánsters, que tenían un conocimiento empírico de la física, se inventaron los zapatos de cemento para contrarrestar el principio de Arquímedes.


Yo soy más de Pitágoras que de Arquímedes, más que nada porque Pitágoras tenía una mezcla de ciencias y letras con la que me siento muy identificada y que me ha costado no pocos esfuerzos. No hay Ministerio de Educación que consiga eliminar esa dicotomía social, que no acaba de ser simétrica. (Aquí me queda un tema pendiente: ¿Tienen una formación más holística y una cultura más amplia los de ciencias o los de letras?). Pero a su principio no le veo la metáfora.

Al de Arquímedes, sí le veo la metáfora. Todos los días, a todas horas, siento que actúa sobre mí. Habrá quien lo llame paranoia, pero tengo la sensación de que hay una mano que constantemente nos empuja hacia abajo (como aquel graciosillo de nuestra adolescencia al que en la piscina le parecía muy gracioso dar ahogadillas sin parar a troche y moche). Así que igual estoy hablando de la tercera ley de Newton, o Principio de acción y reacción; Isaac Newton, otro tipo genial. Me gusta la física —otro tema aparcado—, sí, y creo que los físicos son personas con un cerebro extraordinario, en el más literal sentido de la palabra.

No está de moda. No digo la física, sino reaccionar, saltar, morder cuando te dan una patada, contestar airados, estar rabiosos, indignarse, pegar dos gritos y levantar el puño, salir dando un portazo, plantarse y decir hasta aquí hemos llegado, no transigir. Hay que aceptarlo todo con una sonrisa, hablar con calma, entender aunque no se comparta, seguir sonriendo, hacer como que todo nos parece igual de respetable y digno, seguir con la sonrisa por grande que sea la tomadura de pelo, agradecer que te hagan perder el tiempo, ser tolerante, hablar con voz baja y tranquila ¿Te importaría no ofenderme ni humillarme con una oferta de trabajo indigna? ¿Serías tan amable de dar una clase decente que te hayas preparado? Si no te importa, resultaría muy agradable que colgaras el teléfono y me atendieras ya que eres un funcionario y la factura del teléfono va a los presupuestos generales del Estado y tu amiga ya te ha dicho que los zapatos nuevos son ideales ¿Y ni siquiera puedo cabrearme?

Salvo que me pongan unos zapatos de cemento voy a intentar experimentar ese empuje hacia arriba para mantenerme a flote. ¡Qué gran psicólogo hubiera sido Arquímedes!